El diario de lucía: Clases de canto
En realidad quería haber escrito aquí antes para deciros que solo en relatos he escrito 53mil palabras a lo largo de 2015, sin contar las más de 50mil que escribí en el NaNoWriMo. Pero al final pensé que escribir sólo para eso era una tontería, y como no estaba motivada para nada más que no fuera estudiar y jugar al sunless sea, lo dejé pasar.
Pero ya está, voy a ver si retomo esto ahora que parece que la presión en mi pecho se alivia un poco, aunque sea momentáneo antes de que el estrés vuelva a asolar. Popmundo me viene bien para estos días porque me consume media hora de mi vida y ya. Sobre todo ahora que mi personaje está de gira, pero este fragmento de su diario es de antes. Sí, hoy toca otro fragmento de "el diario de Lucía".
Es de cuando conoce a su primer amor. La pobre todavía no sabe lo que este hecho va a hacerle sentir, pero lo sentirá mucho, y muy fuerte, y espero que os guste conocer un poco más de ella.
¿Cómo os va tratando el año? Espero que genial, y suerte a los que andéis de exámenes.
A pesar de haber dejado el conservatorio (aquellos conciertos que no dicen nada, el estar perdida en un mar de gente, la sensación de vacío, de saber que allí no voy a alcanzar mi sueño) sabía que necesitaba seguir ensayando y aprendiendo. Por suerte para mí, la universidad pública ofrecía cursos de música a un precio aceptable, por lo que no dudé en acercarme y pedir presupuestos para un par de clases. Me acabé quedando con canto, pues algunas de las canciones que conocía tenían una letra muy bonita y seguro que con algún efecto podía grabar mi voz y mi música al tiempo…
Pensaba demasiado rápido, lo sé. Yo solo soy una don nadie con unos pocos contactos (¿he contado ya que mi padre ha dicho que, de estrellarme, que lo haga a lo grande y me puso en contacto con una productora?) a punto de hacer su primera gira. Sí, suena grande, suena muy grande, yo todavía siento temblor en las piernas y ha pasado más de un mes desde la noticia.
Pero no estaba pensando en eso. Y en realidad no pensaba en mis clases. Voy a ser sincera con el público de este humilde blog y decir que, en realidad, lo hice por un chico.
¿Sorprendidos? Tengo 16 años y las hormonas revolucionadas, no deberíais estarlo.
No sé cómo describirlo sin quedarme embelesada. Tiene los ojos azules más intensos que he visto nunca, la mandíbula cuadrada cubierta por una barba descuidada y el cabello moreno que cubre esa mirada divina, porque seguro que de no hacerlo se pararía el mundo. Ni siquiera sé su nombre ni su edad, pero siento mi cuerpo electrizarse cuando nos cruzamos por los pasillos, me noto arder al rozarle sin querer. Nunca había sentido esto, sé que la música debería ser lo único en mi cabeza en este momento (¡me voy de gira! ¡Me voy de gira!), pero no puedo. Cierro los ojos y le veo a él.
Y es que hoy me saludó.
Debió darse cuenta de mis miradas para nada disimuladas durante clase, de mis titubeos cuando el profesor me mandaba demostrar que iba progresando en mis clases o de mis intentos por sentarme a su lado pero no saber cómo iniciar una conversación. Y los planetas debieron alinearse entonces, porque en vez de yo luchando contra una timidez que no sabía que tenía, fue él quien se adelantó y me sonrió, preguntándome si necesitaba sus apuntes.
Asentí con timidez y presté atención, y antes de darme cuenta había sonado el timbre y yo seguía con sus apuntes entre mis manos y un gracias que no quería salir de mi boca, viendo como él me decía que me los quedara y ya se los devolvería. Me siento una estúpida por haber perdido una oportunidad de hablar con él, y tener que esperar a la vuelta a clases para devolverle su cuaderno de caligrafía tan cuidada.
Pero, ¿sabéis de lo que me acabo de dar cuenta?
Tengo su teléfono y una nueva excusa para quedar con él.
Pero ya está, voy a ver si retomo esto ahora que parece que la presión en mi pecho se alivia un poco, aunque sea momentáneo antes de que el estrés vuelva a asolar. Popmundo me viene bien para estos días porque me consume media hora de mi vida y ya. Sobre todo ahora que mi personaje está de gira, pero este fragmento de su diario es de antes. Sí, hoy toca otro fragmento de "el diario de Lucía".
Es de cuando conoce a su primer amor. La pobre todavía no sabe lo que este hecho va a hacerle sentir, pero lo sentirá mucho, y muy fuerte, y espero que os guste conocer un poco más de ella.
¿Cómo os va tratando el año? Espero que genial, y suerte a los que andéis de exámenes.
A pesar de haber dejado el conservatorio (aquellos conciertos que no dicen nada, el estar perdida en un mar de gente, la sensación de vacío, de saber que allí no voy a alcanzar mi sueño) sabía que necesitaba seguir ensayando y aprendiendo. Por suerte para mí, la universidad pública ofrecía cursos de música a un precio aceptable, por lo que no dudé en acercarme y pedir presupuestos para un par de clases. Me acabé quedando con canto, pues algunas de las canciones que conocía tenían una letra muy bonita y seguro que con algún efecto podía grabar mi voz y mi música al tiempo…
Pensaba demasiado rápido, lo sé. Yo solo soy una don nadie con unos pocos contactos (¿he contado ya que mi padre ha dicho que, de estrellarme, que lo haga a lo grande y me puso en contacto con una productora?) a punto de hacer su primera gira. Sí, suena grande, suena muy grande, yo todavía siento temblor en las piernas y ha pasado más de un mes desde la noticia.
Pero no estaba pensando en eso. Y en realidad no pensaba en mis clases. Voy a ser sincera con el público de este humilde blog y decir que, en realidad, lo hice por un chico.
¿Sorprendidos? Tengo 16 años y las hormonas revolucionadas, no deberíais estarlo.
No sé cómo describirlo sin quedarme embelesada. Tiene los ojos azules más intensos que he visto nunca, la mandíbula cuadrada cubierta por una barba descuidada y el cabello moreno que cubre esa mirada divina, porque seguro que de no hacerlo se pararía el mundo. Ni siquiera sé su nombre ni su edad, pero siento mi cuerpo electrizarse cuando nos cruzamos por los pasillos, me noto arder al rozarle sin querer. Nunca había sentido esto, sé que la música debería ser lo único en mi cabeza en este momento (¡me voy de gira! ¡Me voy de gira!), pero no puedo. Cierro los ojos y le veo a él.
Y es que hoy me saludó.
Debió darse cuenta de mis miradas para nada disimuladas durante clase, de mis titubeos cuando el profesor me mandaba demostrar que iba progresando en mis clases o de mis intentos por sentarme a su lado pero no saber cómo iniciar una conversación. Y los planetas debieron alinearse entonces, porque en vez de yo luchando contra una timidez que no sabía que tenía, fue él quien se adelantó y me sonrió, preguntándome si necesitaba sus apuntes.
Asentí con timidez y presté atención, y antes de darme cuenta había sonado el timbre y yo seguía con sus apuntes entre mis manos y un gracias que no quería salir de mi boca, viendo como él me decía que me los quedara y ya se los devolvería. Me siento una estúpida por haber perdido una oportunidad de hablar con él, y tener que esperar a la vuelta a clases para devolverle su cuaderno de caligrafía tan cuidada.
Pero, ¿sabéis de lo que me acabo de dar cuenta?
Tengo su teléfono y una nueva excusa para quedar con él.
Nuestra niña se enamora, se nos hace mayor :3
ResponderEliminarMaldita seas, no me enganches a historias tan chulas que quiero que continues cuanto antes (eres un ser adorable y perverso Gema Vallejo...)
Un besote
Lena
Oh, interesante relato... ¿Habrá más? (Di que sí, porfa. xD)
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMe ha gustado este relato, espero nos sigas alimentando más con estos.
Me paso desde ITCYC (Iniciativa Tú comentas, yo comento): http://secretosdeunabooklover.blogspot.com
Nos leemos, saludos :)
Empiezo a leer y ya me cae bien la protagonista. Confieso que, a esa edad, también me anoté a un curso por "amor". En ese caso, era un profesor muy joven de computación, y a él le debo mis mínimos conocimientos de hoy en día xD Me ha traído nostalgia. Seguiré leyendo.
ResponderEliminar¡Besos!