El vuelo del dragón {Relato Corto}
Buenos días.
Hoy he querido traeros una serie de relatos relacionados con el mundo de El Fantasma del Lhanda (Clicki para leer la historia, ya sabéis que si queréis más información podéis encontrlas en el menú, tanto en su propia label como en la sección de personajes con Clarya y Daimen).
Os voy a comentar que bueno, Clarya y Daimen acaban juntos de nuevo tras los eventos que ocurren en Lhanda, y antes de su secuela (algún NaNo la escribiré, lo prometo) tengo mil tramas pendientes con ellos. Una de ellas es esta.
No creo que necesitéis conocer la historia ya que os la explico en este relato. Además, no se centra en la historia del Lhanda sino más en su relación de pareja. Existió un momento en el que no quise hacer a estos dos la pareja perfecta y decidí que tenían que discutir. Busqué un motivo trascendental para hacerlo y antes de darme cuenta estaba escribiendo sobre una dragona en celo.
Lo normal, ya veis.
Hay un par de capítulos además de este escritos, que os iré trayendo durante el mes, y procuraré acabar este argumento antes de mayo, aunque he decidido empezar la historia de Nayde y puedo tardar.
Ahora sí, os dejo con la historia.
El despertador sonó y lo aporreé antes de darle tiempo a seguir sonando. Daimen gruñó a mi lado, girándose y volviendo a tumbarse. Ni siquiera cuando me levanté de la cama y tiré de las sábanas logré que se despertara.
Llevábamos un mes juntos en nuestra nueva casa, apartada de todo. Yo no tenía problemas para ir a la ciudad, siempre me acababa acercando usando un hechizo de transporte. Daimen, por otro lado, tenía más problemas para alcanzar la capital, y muchas veces me lo echaba en cara. No directamente, pero gruñía, no dejaba de suspirar y miraba todo el rato el almacén en el que residía el Lhanda, desinflado y cogiendo polvo.
No podía reprochárselo, era normal que sintiera un vacío existencial al dejar olvidada una parte de su vida como si nada.
Acabé de vestirme en el baño y volví a la cama. La luz iluminaba su espalda desnuda, marcando sus vértebras. Me encantaría tumbarme a su lado de nuevo, besar su columna vertebral y seguir por sus labios, como las noches de verano en las que dormíamos juntos.
Pero, con el otoño, las cosas cambiaron, y con la caída de las hojas, la pasión se perdió un poco.
Besé su hombro antes de salir, dispuesta a pronunciar el hechizo de transporte. Él se removió en la cama, pero sin embargo no llegó a despertarse del todo.
Y lo peor de todo, es que creí que así era mejor.
El zoo había mejorado mucho desde que llegué. Nieves mejoraba como bruja y, pese a que era muy impulsiva y sus hechizos solían desvanecerse antes de finalizar, muchas veces sí que conseguía finalizarlos y ayudar en el trabajo. Al mismo tiempo, como Gaide y yo nos compaginábamos, todo iba mucho más rápido de lo habitual y eso se veía en la recuperación de los animales de la veterinaria. Yo hacía muchas horas extra, sobre todo desde que había llegado el otoño en casa. Nieves estaba contenta de tenerme cerca y me ayudaba a distraerme.
Gaide lo sabía.
- ¿Qué tal está Daimen?- Preguntó un día, como una conversación casual que ninguna de las dos consideraba como tal. Me giré para observarla, sintiendo que sus ojos verdes estaban colándose en mi interior en busca de la verdad. Tras unas cuantas inspiraciones mientras me miraba los pies al caminar, volví de nuevo la vista a Gaide.
- Necesita salir de casa.- Admití, suspirando.- Estamos estancados, como si hubiéramos caído en la rutina al mes de vernos. Creo que echa de menos el Lhanda, que echa de menos volar. Él no tiene nada más que hacer, y antes sí y…
- Mira, los dragones han crecido mucho. Seguro que pronto se independizan.- La mujer cambió tan rápido de tema que todavía me dejó con la palabra en la boca y sin saber qué argumentar. Llevé la vista a la entrada de la cueva, donde las criaturas reptilianas se estiraban al sol. Recordaba que la primera vez que los había visto, apenas unos meses atrás, creí que eran grandes al tener casi mi altura. Sin embargo habían crecido todavía más, y eran más robustos y con unas alas mucho más grandes en relación a su cuerpo. Cada vez necesitábamos más comida también, y sabía que eso pronto acabaría notándose en mis bolsillos. Dejé olvidada mi preocupación por Daimen para atender a las criaturas.
- Y cada vez comen más…- Comenté, pensativa.
- No por mucho tiempo, pronto buscarán su propio territorio, lejos de aquí.
De golpe, la idea de dragones conquistando las tierras de Elaika me alteró más que los problemas con Daimen, por lo mal que aquello podría acabar. No quería que les pasara nada, y ya había visto lo que hacían en ese país con cualquier signo de magia. Miré alarmada a Gaide, que pareció comprender lo que quería decirle.
- No te preocupes, son más inteligentes de lo que puedas creer. Saben dónde están a salvo.- Comentó, sonriendo mientras acariciaba el cuello de una de las crías. Sus escamas verdes se veían reflejadas en los ojos de Gaide con tal nitidez que parecía que estuviera mirando a su hija.- No dejaría que estuvieran en peligro.
Era un momento demasiado mágico como para decir nada, y me dediqué a callar, a dejar que la magia del momento nos envolviera antes de que fuera rota por un lamento en el interior de la cueva. Intenso, muy potente, que hacía reverberar mi pecho y mis tímpanos. Las crías corrieron a ocultarse entre los bosques, dejando a su madre sola, llorando en la cueva.
El reclamo duró un doloroso minuto antes de detenerse, todavía resonando en el bosque. Mis oídos pitaban y cuando di un paso sentí que la pisada resonaba en mi cabeza, como una potente resaca.
- ¿Qué fue eso?- Pregunté, me costaba escucharme a mí misma, como si tuviera los oídos taponados.
- Mamá dragón quiere compañía.- Me llegó la respuesta de Gaide, como si estuviera a varios metros de distancia. Bien, así que no era la única con problemas de amor.- Sabe que sus hijos ya son mayores, y ahora que no tiene que cuidarles…
- Creí que no se reproducían tan rápido.- Comenté.
- En realidad sí lo hacen, pero la incubación del huevo les lleva alrededor de cien años.
Aquel dato me dejó sorprendida. Cien años esperando a que sus pequeños naciera. Me sorprendía que se separara tan pronto de sus crías. Y que éstas crecieran tan rápido.
- Será mejor llevarla en busca de su dragón, como siga aullando así, pronto todas las criaturas escaparán del zoológico.
Gaide parecía pensativa. Demaiado pensativa. Era como si hubiera estado entretejiendo algo desde que se había levantado, y de golpe, al atar cabos, todo estuviera en su sitio. Sentí un escalofrío. Algo me decía que estaba en medio de los planes de Gaide.
- Clarya, ¿te gusta volar?
Volví a casa más pronto de lo habitual. Daimen no estaba en ninguna de las habitaciones principales, así que, con un largo suspiro, me acerqué al almacén. No me gustaba ir al Lhanda. Me hacía sentir que lo había sacrificado por mí, y cuando entraba, sentía la atmósfera cargada, llena de culpabilidad en el ambiente, que nunca lograba desaparecer del todo.
Encontré a Daimen sentado en un escritorio, analizando datos de la nave. Nunca había llegado a entender del todo la aerodinámica y mucho menos el sistema del motor, a pesar de todo el tiempo que había pasado junto a Luke. Me coloqué a su espalda y vi mi sombra tapar los papeles que él con tanto cuidado parecía investigar.
Con un largo suspiro, el capitán de una nave inmóvil me miró.
- ¿Qué haces aquí tan pronto?
Iba a decirle que me iba unos días a ayudar a una dragona a copular, que procurara no aburrirse mucho y que por favor, no pensase tanto en el Lhanda. Iba a decirle que necesitaba un tiempo a solas para pensar. Cuando me di cuenta que lo que él en realidad necesitaba era todo lo contrario. Estaba encerrado, como un pájaro en una jaula.
Daimen necesitaba volar.
- Prepara una maleta. Vamos a volar.
Él suspiró, cansado.
- Clarya, el Lhanda no está para dar un paseo cuando me aburra.
Ensanché la sonrisa que se había formado en mis labios. Hacía tiempo que no sonreía así estando con él.
- ¿Quién te ha dicho que vayamos a ir en el Lhanda?
Hoy he querido traeros una serie de relatos relacionados con el mundo de El Fantasma del Lhanda (Clicki para leer la historia, ya sabéis que si queréis más información podéis encontrlas en el menú, tanto en su propia label como en la sección de personajes con Clarya y Daimen).
Os voy a comentar que bueno, Clarya y Daimen acaban juntos de nuevo tras los eventos que ocurren en Lhanda, y antes de su secuela (algún NaNo la escribiré, lo prometo) tengo mil tramas pendientes con ellos. Una de ellas es esta.
No creo que necesitéis conocer la historia ya que os la explico en este relato. Además, no se centra en la historia del Lhanda sino más en su relación de pareja. Existió un momento en el que no quise hacer a estos dos la pareja perfecta y decidí que tenían que discutir. Busqué un motivo trascendental para hacerlo y antes de darme cuenta estaba escribiendo sobre una dragona en celo.
Lo normal, ya veis.
Hay un par de capítulos además de este escritos, que os iré trayendo durante el mes, y procuraré acabar este argumento antes de mayo, aunque he decidido empezar la historia de Nayde y puedo tardar.
Ahora sí, os dejo con la historia.
El despertador sonó y lo aporreé antes de darle tiempo a seguir sonando. Daimen gruñó a mi lado, girándose y volviendo a tumbarse. Ni siquiera cuando me levanté de la cama y tiré de las sábanas logré que se despertara.
Llevábamos un mes juntos en nuestra nueva casa, apartada de todo. Yo no tenía problemas para ir a la ciudad, siempre me acababa acercando usando un hechizo de transporte. Daimen, por otro lado, tenía más problemas para alcanzar la capital, y muchas veces me lo echaba en cara. No directamente, pero gruñía, no dejaba de suspirar y miraba todo el rato el almacén en el que residía el Lhanda, desinflado y cogiendo polvo.
No podía reprochárselo, era normal que sintiera un vacío existencial al dejar olvidada una parte de su vida como si nada.
Acabé de vestirme en el baño y volví a la cama. La luz iluminaba su espalda desnuda, marcando sus vértebras. Me encantaría tumbarme a su lado de nuevo, besar su columna vertebral y seguir por sus labios, como las noches de verano en las que dormíamos juntos.
Pero, con el otoño, las cosas cambiaron, y con la caída de las hojas, la pasión se perdió un poco.
Besé su hombro antes de salir, dispuesta a pronunciar el hechizo de transporte. Él se removió en la cama, pero sin embargo no llegó a despertarse del todo.
Y lo peor de todo, es que creí que así era mejor.
El zoo había mejorado mucho desde que llegué. Nieves mejoraba como bruja y, pese a que era muy impulsiva y sus hechizos solían desvanecerse antes de finalizar, muchas veces sí que conseguía finalizarlos y ayudar en el trabajo. Al mismo tiempo, como Gaide y yo nos compaginábamos, todo iba mucho más rápido de lo habitual y eso se veía en la recuperación de los animales de la veterinaria. Yo hacía muchas horas extra, sobre todo desde que había llegado el otoño en casa. Nieves estaba contenta de tenerme cerca y me ayudaba a distraerme.
Gaide lo sabía.
- ¿Qué tal está Daimen?- Preguntó un día, como una conversación casual que ninguna de las dos consideraba como tal. Me giré para observarla, sintiendo que sus ojos verdes estaban colándose en mi interior en busca de la verdad. Tras unas cuantas inspiraciones mientras me miraba los pies al caminar, volví de nuevo la vista a Gaide.
- Necesita salir de casa.- Admití, suspirando.- Estamos estancados, como si hubiéramos caído en la rutina al mes de vernos. Creo que echa de menos el Lhanda, que echa de menos volar. Él no tiene nada más que hacer, y antes sí y…
- Mira, los dragones han crecido mucho. Seguro que pronto se independizan.- La mujer cambió tan rápido de tema que todavía me dejó con la palabra en la boca y sin saber qué argumentar. Llevé la vista a la entrada de la cueva, donde las criaturas reptilianas se estiraban al sol. Recordaba que la primera vez que los había visto, apenas unos meses atrás, creí que eran grandes al tener casi mi altura. Sin embargo habían crecido todavía más, y eran más robustos y con unas alas mucho más grandes en relación a su cuerpo. Cada vez necesitábamos más comida también, y sabía que eso pronto acabaría notándose en mis bolsillos. Dejé olvidada mi preocupación por Daimen para atender a las criaturas.
- Y cada vez comen más…- Comenté, pensativa.
- No por mucho tiempo, pronto buscarán su propio territorio, lejos de aquí.
De golpe, la idea de dragones conquistando las tierras de Elaika me alteró más que los problemas con Daimen, por lo mal que aquello podría acabar. No quería que les pasara nada, y ya había visto lo que hacían en ese país con cualquier signo de magia. Miré alarmada a Gaide, que pareció comprender lo que quería decirle.
- No te preocupes, son más inteligentes de lo que puedas creer. Saben dónde están a salvo.- Comentó, sonriendo mientras acariciaba el cuello de una de las crías. Sus escamas verdes se veían reflejadas en los ojos de Gaide con tal nitidez que parecía que estuviera mirando a su hija.- No dejaría que estuvieran en peligro.
Era un momento demasiado mágico como para decir nada, y me dediqué a callar, a dejar que la magia del momento nos envolviera antes de que fuera rota por un lamento en el interior de la cueva. Intenso, muy potente, que hacía reverberar mi pecho y mis tímpanos. Las crías corrieron a ocultarse entre los bosques, dejando a su madre sola, llorando en la cueva.
El reclamo duró un doloroso minuto antes de detenerse, todavía resonando en el bosque. Mis oídos pitaban y cuando di un paso sentí que la pisada resonaba en mi cabeza, como una potente resaca.
- ¿Qué fue eso?- Pregunté, me costaba escucharme a mí misma, como si tuviera los oídos taponados.
- Mamá dragón quiere compañía.- Me llegó la respuesta de Gaide, como si estuviera a varios metros de distancia. Bien, así que no era la única con problemas de amor.- Sabe que sus hijos ya son mayores, y ahora que no tiene que cuidarles…
- Creí que no se reproducían tan rápido.- Comenté.
- En realidad sí lo hacen, pero la incubación del huevo les lleva alrededor de cien años.
Aquel dato me dejó sorprendida. Cien años esperando a que sus pequeños naciera. Me sorprendía que se separara tan pronto de sus crías. Y que éstas crecieran tan rápido.
- Será mejor llevarla en busca de su dragón, como siga aullando así, pronto todas las criaturas escaparán del zoológico.
Gaide parecía pensativa. Demaiado pensativa. Era como si hubiera estado entretejiendo algo desde que se había levantado, y de golpe, al atar cabos, todo estuviera en su sitio. Sentí un escalofrío. Algo me decía que estaba en medio de los planes de Gaide.
- Clarya, ¿te gusta volar?
Volví a casa más pronto de lo habitual. Daimen no estaba en ninguna de las habitaciones principales, así que, con un largo suspiro, me acerqué al almacén. No me gustaba ir al Lhanda. Me hacía sentir que lo había sacrificado por mí, y cuando entraba, sentía la atmósfera cargada, llena de culpabilidad en el ambiente, que nunca lograba desaparecer del todo.
Encontré a Daimen sentado en un escritorio, analizando datos de la nave. Nunca había llegado a entender del todo la aerodinámica y mucho menos el sistema del motor, a pesar de todo el tiempo que había pasado junto a Luke. Me coloqué a su espalda y vi mi sombra tapar los papeles que él con tanto cuidado parecía investigar.
Con un largo suspiro, el capitán de una nave inmóvil me miró.
- ¿Qué haces aquí tan pronto?
Iba a decirle que me iba unos días a ayudar a una dragona a copular, que procurara no aburrirse mucho y que por favor, no pensase tanto en el Lhanda. Iba a decirle que necesitaba un tiempo a solas para pensar. Cuando me di cuenta que lo que él en realidad necesitaba era todo lo contrario. Estaba encerrado, como un pájaro en una jaula.
Daimen necesitaba volar.
- Prepara una maleta. Vamos a volar.
Él suspiró, cansado.
- Clarya, el Lhanda no está para dar un paseo cuando me aburra.
Ensanché la sonrisa que se había formado en mis labios. Hacía tiempo que no sonreía así estando con él.
- ¿Quién te ha dicho que vayamos a ir en el Lhanda?
¡Hola!
ResponderEliminarPues como siempre... me encanta xD Ésta pareja me parece muy realista, los sentimientos entre ellos >.<
Un beso y sigue así!
¡Muchas gracias! La verdad es que es una pareja de las más elaboradas que tengo y tanto ellos como su relación me es muy natural.
EliminarMe alegra que te guste.
¡Un besín!
Me encanta, hay mucho sentimiento. Quiero leer El fantasma de Lhanda, este verano me pongo a ello. Tienes que escribir más cosas relacionadas con ese mundo. besos.
ResponderEliminarJaja perfecto, en realidad de wattpad no se va a mover, y si eso ya subiré a Amazon algo xD
EliminarDe Lhanda siempre tengo mil ideas. Pero últimamente Clarya no me ha llamado demasiado y han venido más ideas. Pero escribiré más cosas, eso está hecho.
Muchísimas gracias por el comentario guapa.
¡Un besín!
"Mamá dragón quiere compañía", me ha matado esta frase, me ha puesto tierna :3
ResponderEliminarNo he leido todos los capítulos de El Fantasma de Lhanda, pero los que llevo me tienen enamorada. Es un mundo maravilloso y creo que podrías aumentarlo y seguir escribiendo sobre él, me encanta ;D
Un besazo
Lena
Ayy en realidad me imagino que la hija está cerca y claro, como para explicar lo que pasa de verdad.
EliminarAy no sabía que la estabas leyendo!! *^* qué ilusión y que corte. Seguiré escribiendo, tengo que enlazar algunas cosas en la revisión, pero seguiré escribiendo, lo prometo.
¡Un besín!
¿Cien años de incubación? Madre mía!!
ResponderEliminarMe ha encantado en serio!!! La sinopsis de esta historia la he leído varias veces en tu wattpad (que por cierto, me encanta la portada! Yo soy bastante pato con esas cosas) Y la verdad es que siempre me ha encantado y siempre la tengo un poco pendiente para leerla desde el principio, porque sé que es un tipo de historia que me va a encantar...
Me encantaría saber que pasa en este viaje con la dragona.. ^^
un besooo
Uf, pues esa fue de las primeras que hice y no es que sea la que mejor me ha salido xD Si necesitas ayuda puedes avisarme y yo te hago portadas xD Esta semana he preparado 4 y creo que han quedado bien.
EliminarSeguiré subiendo la historia, parece que ha gustado.
¡Un besín!
Hola!
ResponderEliminarVaya, me sentí un poco triste por Clarya, debe ser horrible perder la pasión con tu pareja :C ese es mi mayor miedo
Pobre mama dragón, pasando tanto tiempo encubando los huevos para que sus crías se tengan que ir tan rápido
Me he sentido un poco perdida porque no logre captar que era el Lhanda pero aun asi me a gustado mucho :3
Un beso!!
El problema de distanciarse con tu pareja es que hay dos opciones, o arreglarlo o separarse. Clarya intentará arreglarlo, porque el amor no se ha perdido. Tampoco la pasión, tal vez solo haya un poco de resentimiento.
EliminarLas crías deben irse rápido ya que su crecimiento es muy acelerado los primeros años de vida y los recursos escasean, está pensado en un tiempo en el que los dragones eran seres grandes, temibles y que eran cazados por los humanos. Lo mejor era que las crías se independizaran cuanto antes, por eso el proceso de gestación es tan largo.
Perdona, me he emocionado al explicarlo jajaja
Lo del Lhanda es un dirigible, es una historia más larga por si quieres leerla, siento que no se entendiera demasiado ese momento.
¡Un besín!
Hola! Me encanta como narras! Yo también quiero un zoo con dragones! Bsos ^^
ResponderEliminarJaja los zoos con dragones molarían pila.
EliminarMe alegra que te guste.
¡Un besín!
Pobre mamá dragón, 100 años son mucho tiempo. Merece encontrar el amor de nuevo :3
ResponderEliminarY qué pena lo de la nostalgia de Daimen. Me han dado ganas de leer más sobre ellos. Felicitaciones, has logrado construir un mundo muy interesante ♥ ¡Saludos!
Jaja sí, 100 años fue un poco exagerado pero tiene lógica. Me alegra que te guste la historia y espero que te animes a leer todo Lhanda.
Eliminar¡Un besín!
wooo Cada vez me gustan más tus relatos!!! <3
ResponderEliminarHola Gema!
ResponderEliminarPues me ha imprecionado con estas hsitoria. Pude imaginarme hasta los dragones, y me ha sorprendido la historia anterior que tienes en wattpad (cuando tenga tiempo quiero leerla). Puedes continuar haciendo secuelas. Esta en particular me desplumbra el sentimiento amoros, y vaya que me sorprendio que le lleve 100 años incubar un huevo, no será mucho? xD
Como sea, espero mas de este relato y m tendré qque poenr al corriente con la historia previa para entender más.
Saludos!