Sin marcha atrás {Relato corto}
¡Buenos días!
¿Cómo lleváis la semana? Yo tengo que hacer mil cosas hoy, entre ellas ir a comprar clavos e hilos para preparar el regalo de mi padre para el día del padre.
Suerte que no le veo en su día porque si no era para pegarme. Puede que por eso lo dejara pasar más.
Hoy seguimos con la historia de Angie y espero que no os tirarais demasiado de los pelos la semana pasada con ese final. Os prometo que esta acaba más o menos mejor.
Por otro lado comentaros que en Delirios he abierto un mini sorteo de dos semanas con una plantilla prediseñada personalizable, por si alguno de vosotros quiere darle un cambio de aires a su blog. Lo dejo por aquí para hacer difusión porque puedo :D
Y eso, este es el relato de la semana pasada y aquí está toda la historia desde el principio, más algunas cositas más. Solo nos queda un relatillo y no sé en qué más líos meter a Angie y Nir, jeje.
Bueno, tal vez debemos ser justos, lo único que atravesé del cuerpo de Denisse fue su camiseta, aunque nadie a una distancia de varios metros podría haber percibido ese detalle. Ni con un francotirador podían haber descubierto el pastel.
Aparté con cuidado de no dañar por error a Denisse, quien me miraba espantada. Estaba segura de que me odiaría para siempre, a pesar de haberle salvado la vida.
- Tenemos poco tiempo, prometo que te explicaremos lo que está pasando. Llama a mi hermano.- Dije, sin tiempo a dejarla hablar. Ella cerró la boca y formó una fina línea con sus labios antes de rebuscar en su bolso y sacar el teléfono.
Sean contestó casi instantáneamente. Estaba segura de que se olían algo. Denisse puso el altavoz, ni siquera parecía saber qué decir.
- Tu hermana está aquí.
- Necesito que venga Nir. Ya.- Dije, sin miramientos. Denisse me miró con sorpresa, pues sabía quien era y me había empujado más de una vez a sus brazos, pero no esperaba que le dijera aquello a mi hermano.
- Pero si no puede entrar. Estamos en la cúpula, es impenetrable...
- No si tiene mi alma.- Comenté. Denisse abrió la boca con sorpresa y vi que en sus labios se formulaban miles de preguntas a cada cual más importante. Y, como se apelotonaban, no decía ninguna.- Sean. Nir. Ya.
Pasaron apenas diez segundos cuando el pelirrojo estaba a mi lado. Me sonrió y saludó con un gesto de cabeza a Denisse. Parecía que no se preocupaba por lo que estaba pasando.
- Sácala de aquí.- Dije, segura de mis palabras.
-¿Y tu?- Preguntaron al unísono.
Aspiré hondo. Estaba haciendo cálculos.
- Hasta que la cúpula se disuelva del todo podrán pasar perfectamente dos minutos, tiempo suficiente para que vuelvas y me lleves a otra parte.
Hablaba apresurada y no daba opción a objetar. Tenía la mente clara y visualizaba con mucha objetividad el tiempo que teníamos. Comenzarían a sospechar si la cúpula no se desvanecía pronto y veían un cadáver en el suelo.
Denisse y Nir se miraron segundos antes de acceder. La joven tomó la mano del demonio y, casi sin tiempo a parpadear, se desvanecieron.
Una pluma cayó desde lo alto de la cúpula, ocupando el sitio donde antes estaban ellos. Pronto, el número fue aumentando.
Nir volvió a los veinte segundos. Notaba su cuerpo cansado por el traslado, los músculos de los brazos agarrotados y casi sin fuerza.
- Vamos a la sede.- Dije. Sabía que él no estaba en condiciones para luchar, pero era necesario. No tendría otra oportunidad, y estaba casi vacía.
-Estás loca.
Habían pasado treinta segundos y ya cualquiera podía ver el cabello pelirrojo de Nir, que poco podía compararse con el violeta claro de Denisse.
- ¿Quieres enfadar a Satán? La sala esta casi vacía y no hay otra oportunidad. Hazlo, me dejas y desapareces.
Una pluma me cayó en el pelo, y sacudí la cabeza para quitármela.
Un minuto.
Nir me tomó la mano, y dejé que me llevara a la sede.
Aparecimos ante la puerta. Nir se acercó a una de las salas y cogió un conjunto de llaves que parecían abrir las puertas de los calabozos. Me lo tendió con sumo cuidado sobre mi palma extendida.
- Vete- Murmuré, seria.
Él sonrió, lo cual, en aquel momento, no me sentó bien, creí que se lo estaba tomando a broma, y no sabía que dentro de apenas cinco minutos habría llegado alguien a la puerta.
Sin embargo, antes de poder explicarle que solo sería un estorbo si se quedaba, vi que se había ido. Algo más tranquila, abrí la puerta de la sala.
Nyla me miró como quien ve a un fantasma, sus alas estaban mutiladas y casi no podía alzarlas. No se parecía en nada a la joven que había visto otras veces al pasar por allí, y me pregunté cuánto tiempo llevarían torturándola así.
Al ir a posar mi mano sobre su hombro, se sobresaltó y alzó la vista. Sus ojos negros me atravesaron, como si quisiera leer un alma que no tenía. Se extrañó.
- Es una larga historia. Mi nombre es Angeline Wellington, y estoy aquí para salvarte.
¿Cómo lleváis la semana? Yo tengo que hacer mil cosas hoy, entre ellas ir a comprar clavos e hilos para preparar el regalo de mi padre para el día del padre.
Suerte que no le veo en su día porque si no era para pegarme. Puede que por eso lo dejara pasar más.
Hoy seguimos con la historia de Angie y espero que no os tirarais demasiado de los pelos la semana pasada con ese final. Os prometo que esta acaba más o menos mejor.
Por otro lado comentaros que en Delirios he abierto un mini sorteo de dos semanas con una plantilla prediseñada personalizable, por si alguno de vosotros quiere darle un cambio de aires a su blog. Lo dejo por aquí para hacer difusión porque puedo :D
Y eso, este es el relato de la semana pasada y aquí está toda la historia desde el principio, más algunas cositas más. Solo nos queda un relatillo y no sé en qué más líos meter a Angie y Nir, jeje.
Bueno, tal vez debemos ser justos, lo único que atravesé del cuerpo de Denisse fue su camiseta, aunque nadie a una distancia de varios metros podría haber percibido ese detalle. Ni con un francotirador podían haber descubierto el pastel.
Aparté con cuidado de no dañar por error a Denisse, quien me miraba espantada. Estaba segura de que me odiaría para siempre, a pesar de haberle salvado la vida.
- Tenemos poco tiempo, prometo que te explicaremos lo que está pasando. Llama a mi hermano.- Dije, sin tiempo a dejarla hablar. Ella cerró la boca y formó una fina línea con sus labios antes de rebuscar en su bolso y sacar el teléfono.
Sean contestó casi instantáneamente. Estaba segura de que se olían algo. Denisse puso el altavoz, ni siquera parecía saber qué decir.
- Tu hermana está aquí.
- Necesito que venga Nir. Ya.- Dije, sin miramientos. Denisse me miró con sorpresa, pues sabía quien era y me había empujado más de una vez a sus brazos, pero no esperaba que le dijera aquello a mi hermano.
- Pero si no puede entrar. Estamos en la cúpula, es impenetrable...
- No si tiene mi alma.- Comenté. Denisse abrió la boca con sorpresa y vi que en sus labios se formulaban miles de preguntas a cada cual más importante. Y, como se apelotonaban, no decía ninguna.- Sean. Nir. Ya.
Pasaron apenas diez segundos cuando el pelirrojo estaba a mi lado. Me sonrió y saludó con un gesto de cabeza a Denisse. Parecía que no se preocupaba por lo que estaba pasando.
- Sácala de aquí.- Dije, segura de mis palabras.
-¿Y tu?- Preguntaron al unísono.
Aspiré hondo. Estaba haciendo cálculos.
- Hasta que la cúpula se disuelva del todo podrán pasar perfectamente dos minutos, tiempo suficiente para que vuelvas y me lleves a otra parte.
Hablaba apresurada y no daba opción a objetar. Tenía la mente clara y visualizaba con mucha objetividad el tiempo que teníamos. Comenzarían a sospechar si la cúpula no se desvanecía pronto y veían un cadáver en el suelo.
Denisse y Nir se miraron segundos antes de acceder. La joven tomó la mano del demonio y, casi sin tiempo a parpadear, se desvanecieron.
Una pluma cayó desde lo alto de la cúpula, ocupando el sitio donde antes estaban ellos. Pronto, el número fue aumentando.
Nir volvió a los veinte segundos. Notaba su cuerpo cansado por el traslado, los músculos de los brazos agarrotados y casi sin fuerza.
- Vamos a la sede.- Dije. Sabía que él no estaba en condiciones para luchar, pero era necesario. No tendría otra oportunidad, y estaba casi vacía.
-Estás loca.
Habían pasado treinta segundos y ya cualquiera podía ver el cabello pelirrojo de Nir, que poco podía compararse con el violeta claro de Denisse.
- ¿Quieres enfadar a Satán? La sala esta casi vacía y no hay otra oportunidad. Hazlo, me dejas y desapareces.
Una pluma me cayó en el pelo, y sacudí la cabeza para quitármela.
Un minuto.
Nir me tomó la mano, y dejé que me llevara a la sede.
Aparecimos ante la puerta. Nir se acercó a una de las salas y cogió un conjunto de llaves que parecían abrir las puertas de los calabozos. Me lo tendió con sumo cuidado sobre mi palma extendida.
- Vete- Murmuré, seria.
Él sonrió, lo cual, en aquel momento, no me sentó bien, creí que se lo estaba tomando a broma, y no sabía que dentro de apenas cinco minutos habría llegado alguien a la puerta.
Sin embargo, antes de poder explicarle que solo sería un estorbo si se quedaba, vi que se había ido. Algo más tranquila, abrí la puerta de la sala.
Nyla me miró como quien ve a un fantasma, sus alas estaban mutiladas y casi no podía alzarlas. No se parecía en nada a la joven que había visto otras veces al pasar por allí, y me pregunté cuánto tiempo llevarían torturándola así.
Al ir a posar mi mano sobre su hombro, se sobresaltó y alzó la vista. Sus ojos negros me atravesaron, como si quisiera leer un alma que no tenía. Se extrañó.
- Es una larga historia. Mi nombre es Angeline Wellington, y estoy aquí para salvarte.
Hola gema
ResponderEliminarSanto cielos no entendi nada, debere vovler atras a leer los relatos anteriores xD pero parece prometedor!
espero que puedas con el trabajo de tu pade, morimos por ver que le preparas y como quedara!
Un besitoo.
¡Hola!
ResponderEliminarSigues escribiendo muy bien >.< Me encanta leerte.
Besos!
Cuanto talento muchacha, has escrito algún libro o algo?
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