El hijo de Démeter sabe de plantas {Pasado de Daphne}
¡Buenos días!
Yo ya ando de semana santa y soy feliz. Bueno no, echo de menos a mi bicho y he pasado un fin de semana demasiado genial como para no echar de menos Oviedo y la CometCon, pero qué se le va a hacer. Podría ser peor y tener hoy clase.
Hoy he decidido volver con Daphne porque no sé qué traeros, y tengo bastante guardado de ella. Puede que esta semana adapte un poco la ficha de Nayde (la de este relato) y comience a crear su historia bien, en orden.
Y también la historia de las religiones que a este paso se me va a olvidar (en realidad no, está todo apuntado). Puede que queráis pedirme alguna historia/relato y es vuestra oportunidad ahora que no sé qué escribir.
Os recuerdo que el capítulo anterior de Daphne está aquí y esta es la lista de capítulos.
El susto pudo con el chico, que se giró y me miró con los ojos como platos. Lo primero que hizo fue mirar a mi cuello, al collar de cuentas que todavía descansaba en él. Pude notar como sus músculos se relajaban y me sonreía, sacando de debajo de su jersey gris el colgante con cuentas distintas a las mías. Arrugué el ceño.
- Te habría conocido si llegamos a estar juntos en el campamento, supongo- Murmuró, ajustándose las gafas. Continuamos caminando hacia un sitio más íntimo y sin tanta nube de nitrógeno líquido.- Soy James Corn.
Disimulé mi sonrisa. Era conocido por todo el campamento que Démeter tendía a buscar a sus amantes por sus apellidos para hacer una combinación cómica de ellos, sin embargo siempre que aparecía uno de esos hijos, me podía la risa.
- Soy Daphne Miller- Contesté yo- Hija de Hermes.
Era muy difícil distinguir a un hijo de Hermes de cualquier otro mestizo. Los hijos de Zeus domaban los rayos, los de Poseidón el agua, los de Atenea tenían una inteligencia superior. Nosotros éramos cleptómanos… y otras tantas cosas más. No destacábamos en nada, pero se nos daba bien todo.
- Encantado Daphne- James hizo amago de coger su cartera, solo por asegurarse, y me sacó una sonrisa. Caminamos hacia el interior de la cafetería- ¿Qué haces por aquí? Hace mucho que no sé de nadie que viniera a la universidad, y normalmente vienen a avisarme.
- No les dije a donde iba- Volví la vista a mis pies, era difícil explicarle lo que había pasado en el campamento, porque aún me dolía hablar de ello. James pareció entenderlo, porque no dije nada más durante un buen rato, hasta que ambos nos sentamos frente a frente en la cafetería con un té que había seleccionado el hijo de démeter.
- Bueno, ¿y qué estudias?- Preguntó, distrayéndome de unos pensamientos que me estaban entristeciendo. Levanté la vista del vaso humeante para mirarle.
- Física. En primer año.- Comenté, intentando animarme, apoyé las manos sobre la taza y dí un sorbo, dejando que el calor se expandiera con rapidez por mi cuerpo. El té era dulce y muy agradable en boca, lo que me hizo dar un trago más largo de lo que tenía planeado. Cuando volví a posar la taza, ya medio vacía, vi que James sonreía- Está muy rico.
- Gracias. Me alegra que coincidas con mis gustos.
- No era difícil que un hijo de Démeter sepa de plantas.- Volvió a sonreírme.- ¿No fue muy descarado revivir la planta? Podría haberte visto alguien peor que una mestiza.
- Bah, en realidad hay más monstruos de los que puedes imaginar, y no todo es blanco o negro. Algunos conviven sin hacer daño a nadie.
- Pero hay otros que no- No me apetecía hablar en medio de la cafetería de Felicity, pero casi me salió solo. James me miró inquiriendo más, y de golpe me di cuenta que con él sí podía hablar, que entendía lo que era ser perseguido por criaturas de leyenda, y lo que era guardar armas de bronce celestial de los ojos de otros chicos. Era una persona que sabía lo que era ser hijo de un dios, lo bueno y lo malo.
Tenía que contárselo.
Hablamos durante más de una hora, sin pelos ni señales, sobre Felicity. Él me preguntó mucho, se enorgulleció por la forma en la que utilicé el Tesla, y se rió cuando le conté la excusa que le puse a Ian.
- Suerte que el chico estaba medio dormido y cachondo, o te habría hecho preguntas.
Le lancé una servilleta arrugada, riendo.
- Por cierto, he visto que te gano en cuentas del campamento, pero tu eres mayor.- James bajó la vista hacia su collar, observándolo con gesto distante- Y tampoco te he visto nunca por allí… ¿qué te hizo irte?
James suspiró, inclinándose hacia delante en la mesa y apoyando los antebrazos sobre ella.
- ¿Sabes lo que es sentirte poco importante? No encajaba, Daphne- susurró, casi como si se sintiera dolido al hablar- Nadie tenía en cuenta a un hijo de Démeter, como si las plantas no pudieran ser violentas. Como si solo pudiéramos sentarnos y esperar a que otros libraran nuestras batallas…
Torcí los labios, recordando el mito de Démeter y como esperaba a que su hija volviera del inframundo. James crispó las manos y se volvió a echar hacia atrás.
- Ya que no iba a ser nadie, decidí irme. Además, aquí es fácil librarse una reputación… Por la falla de San Francisco y eso.
Asentí, sabía que era muy fácil que los monstruos salieran de esa falla. Lo había tenido en cuenta cuando decidí venir a Pasadena, pero no esperaba que estuviera tan cerca del peligro. No era como estar en medio de San Francisco. O al menos eso creía.
- ¿Tantos monstruos hay? Y yo pensando que me había librado de ellos…
James se rió. No era una risa agradabl, de esas que te salen cuando algo te parece gracioso. Era una de esas risas casi despectivas, corruptas, que en realidad te hacen saber que algo malo está a punto de pasar. Se me puso la piel de gallina mientras esperaba, casi ofendida, a que me contara.
-No puedes escapar de tu destino, Daphne. Los héroes estamos hechos para destruir monstruos, y los monstruos están hechos para retarnos. Somos un imán para ellos. Nos sienten y nos buscan. Además, aquí, estando tan lejos del campamento y con muy pocos chicos en contacto con Quirón, saben que somos un blanco fácil. Rara vez se detendrán y nos dejarán en paz.- Se puso en pie, colgándose la bandolera al hombro y dirigiéndome una última mirada.- Será mejor que te prepares. La guerra aquí es mayor de lo que crees.
Y se fue, dejándome sola en una esquina de la cafetería, mientras yo meditaba sus palabras.
Yo ya ando de semana santa y soy feliz. Bueno no, echo de menos a mi bicho y he pasado un fin de semana demasiado genial como para no echar de menos Oviedo y la CometCon, pero qué se le va a hacer. Podría ser peor y tener hoy clase.
Hoy he decidido volver con Daphne porque no sé qué traeros, y tengo bastante guardado de ella. Puede que esta semana adapte un poco la ficha de Nayde (la de este relato) y comience a crear su historia bien, en orden.
Y también la historia de las religiones que a este paso se me va a olvidar (en realidad no, está todo apuntado). Puede que queráis pedirme alguna historia/relato y es vuestra oportunidad ahora que no sé qué escribir.
Os recuerdo que el capítulo anterior de Daphne está aquí y esta es la lista de capítulos.
El susto pudo con el chico, que se giró y me miró con los ojos como platos. Lo primero que hizo fue mirar a mi cuello, al collar de cuentas que todavía descansaba en él. Pude notar como sus músculos se relajaban y me sonreía, sacando de debajo de su jersey gris el colgante con cuentas distintas a las mías. Arrugué el ceño.
- Te habría conocido si llegamos a estar juntos en el campamento, supongo- Murmuró, ajustándose las gafas. Continuamos caminando hacia un sitio más íntimo y sin tanta nube de nitrógeno líquido.- Soy James Corn.
Disimulé mi sonrisa. Era conocido por todo el campamento que Démeter tendía a buscar a sus amantes por sus apellidos para hacer una combinación cómica de ellos, sin embargo siempre que aparecía uno de esos hijos, me podía la risa.
- Soy Daphne Miller- Contesté yo- Hija de Hermes.
Era muy difícil distinguir a un hijo de Hermes de cualquier otro mestizo. Los hijos de Zeus domaban los rayos, los de Poseidón el agua, los de Atenea tenían una inteligencia superior. Nosotros éramos cleptómanos… y otras tantas cosas más. No destacábamos en nada, pero se nos daba bien todo.
- Encantado Daphne- James hizo amago de coger su cartera, solo por asegurarse, y me sacó una sonrisa. Caminamos hacia el interior de la cafetería- ¿Qué haces por aquí? Hace mucho que no sé de nadie que viniera a la universidad, y normalmente vienen a avisarme.
- No les dije a donde iba- Volví la vista a mis pies, era difícil explicarle lo que había pasado en el campamento, porque aún me dolía hablar de ello. James pareció entenderlo, porque no dije nada más durante un buen rato, hasta que ambos nos sentamos frente a frente en la cafetería con un té que había seleccionado el hijo de démeter.
- Bueno, ¿y qué estudias?- Preguntó, distrayéndome de unos pensamientos que me estaban entristeciendo. Levanté la vista del vaso humeante para mirarle.
- Física. En primer año.- Comenté, intentando animarme, apoyé las manos sobre la taza y dí un sorbo, dejando que el calor se expandiera con rapidez por mi cuerpo. El té era dulce y muy agradable en boca, lo que me hizo dar un trago más largo de lo que tenía planeado. Cuando volví a posar la taza, ya medio vacía, vi que James sonreía- Está muy rico.
- Gracias. Me alegra que coincidas con mis gustos.
- No era difícil que un hijo de Démeter sepa de plantas.- Volvió a sonreírme.- ¿No fue muy descarado revivir la planta? Podría haberte visto alguien peor que una mestiza.
- Bah, en realidad hay más monstruos de los que puedes imaginar, y no todo es blanco o negro. Algunos conviven sin hacer daño a nadie.
- Pero hay otros que no- No me apetecía hablar en medio de la cafetería de Felicity, pero casi me salió solo. James me miró inquiriendo más, y de golpe me di cuenta que con él sí podía hablar, que entendía lo que era ser perseguido por criaturas de leyenda, y lo que era guardar armas de bronce celestial de los ojos de otros chicos. Era una persona que sabía lo que era ser hijo de un dios, lo bueno y lo malo.
Tenía que contárselo.
Hablamos durante más de una hora, sin pelos ni señales, sobre Felicity. Él me preguntó mucho, se enorgulleció por la forma en la que utilicé el Tesla, y se rió cuando le conté la excusa que le puse a Ian.
- Suerte que el chico estaba medio dormido y cachondo, o te habría hecho preguntas.
Le lancé una servilleta arrugada, riendo.
- Por cierto, he visto que te gano en cuentas del campamento, pero tu eres mayor.- James bajó la vista hacia su collar, observándolo con gesto distante- Y tampoco te he visto nunca por allí… ¿qué te hizo irte?
James suspiró, inclinándose hacia delante en la mesa y apoyando los antebrazos sobre ella.
- ¿Sabes lo que es sentirte poco importante? No encajaba, Daphne- susurró, casi como si se sintiera dolido al hablar- Nadie tenía en cuenta a un hijo de Démeter, como si las plantas no pudieran ser violentas. Como si solo pudiéramos sentarnos y esperar a que otros libraran nuestras batallas…
Torcí los labios, recordando el mito de Démeter y como esperaba a que su hija volviera del inframundo. James crispó las manos y se volvió a echar hacia atrás.
- Ya que no iba a ser nadie, decidí irme. Además, aquí es fácil librarse una reputación… Por la falla de San Francisco y eso.
Asentí, sabía que era muy fácil que los monstruos salieran de esa falla. Lo había tenido en cuenta cuando decidí venir a Pasadena, pero no esperaba que estuviera tan cerca del peligro. No era como estar en medio de San Francisco. O al menos eso creía.
- ¿Tantos monstruos hay? Y yo pensando que me había librado de ellos…
James se rió. No era una risa agradabl, de esas que te salen cuando algo te parece gracioso. Era una de esas risas casi despectivas, corruptas, que en realidad te hacen saber que algo malo está a punto de pasar. Se me puso la piel de gallina mientras esperaba, casi ofendida, a que me contara.
-No puedes escapar de tu destino, Daphne. Los héroes estamos hechos para destruir monstruos, y los monstruos están hechos para retarnos. Somos un imán para ellos. Nos sienten y nos buscan. Además, aquí, estando tan lejos del campamento y con muy pocos chicos en contacto con Quirón, saben que somos un blanco fácil. Rara vez se detendrán y nos dejarán en paz.- Se puso en pie, colgándose la bandolera al hombro y dirigiéndome una última mirada.- Será mejor que te prepares. La guerra aquí es mayor de lo que crees.
Y se fue, dejándome sola en una esquina de la cafetería, mientras yo meditaba sus palabras.
Que ganas tenia de leer de nuevo algo sobre Daphne, aunque el hijo de Demeter no me ha caido muy simpatico...
ResponderEliminarYo voto a favor de que subas algún capitulo más pronto (porfiiiiii)
Un besazo
Lena
No es un personaje que tenga muy definido como es, aparte de sarcástico, satírico y no sé. Puede que un poco directo. Es ese amargado que está hasta las narices de la facultad y solo piensa en acabar.
EliminarPero yo le comprendo bastante.
Y vale, intentaré subir Daphne pronto :) Lo que no haga por ti jajaja
¡Un besazo guapa!
Cielooo! Dios tengo que ponerme con tus historias ya!!! :S
ResponderEliminarVengo a decirte algo que sé que no es muy de tu agrado... pero tenía que hacerlo porque el premio lleva tu nombre jaja
Te he nominado a un premio, es para las bloggeras con buen rollo (y ahora asiente y di, sí, vale, ahora lo entiendo y me lo merezco) ;P
Aquí lo tienes: http://katherinathoughts.blogspot.com.es/2015/03/mas-premios-acumulados.html Si no quieres contestar a las preguntas y demás, al menos ponlo por aquí xD
Un besazo preciosa!!! ^^
ERES UN AMOR! No me enrollo más porque te he dejado un comentario amoroso en el blog, y jo, me encantaría ponerme con todos los premios pero soy la pereza personificada.
Eliminar¡Un besazo guapa!