Mi profesora de física cuántica se achicharra {Pasado de Daphne}
¡Buenos días!
¿Qué tal el frío? ¡Aquí ha nevado! Aún es poco y la nieve apenas cubre la carrocería de los coches pero ya es bastante porque al abrir la persiana cayeron unos pocos copos y yo me quedé observándolos embobada.
En fin, si veis que por mi instagram o twitter aparecen muchas fotos de yo por la nieve, ya sabéis, ha nevado más y yo he muerto de hipotermia :D
Hoy he decidido subir un relato de Daphne, porque ya iba siendo hora. Además, con lo mal que lo dejé la semana pasada...
El primer relato de Daphne podéis leerlo aquí, y el de la semana pasada aquí. Y como sabéis esta entrada participa en la iniciativa de los Dioses del Olimpo dando puntos a la casa de hermes. ¡Os robaremos la cartera y la victoria!
Por cierto, Sara ya no es mi ahijada porque ha crecido más rápido de lo que me esperaba, así que le he pedido a Libros sin Páginas que si quiere ocupar el huequito que ha dejado Sara en mi corazón... ¡Y ha aceptado! Su blog aparte de ser sobre escritura trata de libros y aunque son muy jovencitas apuntan fuerte. ¿Os habéis pasado ya? Espero que sí y vayais a darles amor <3
Ahora sí que os dejo con el relato.
¡Un besín!
Me encontraba frente a la puerta del despacho de Felicity como se hubiese encontrado Orfeo antes de adentrarse en el inframundo, o Aquiles a las puertas de Troya. Sabía que cuando la cruzase, todo cambiaría. También sabía que no había vuelta atrás, supongo que por eso no intenté pensar en otras salidas, como escapar junto a Ian. Habrían supuesto muchas preguntas, demasiadas para alguien con quien llevaba apenas semanas saliendo. Ni tenía la confianza en él para contarle lo que era, ni creía que me creyera.
Antes de entrar, saqué las dagas, solo por si acaso. Cerré mis manos en torno a su puño y giré el pomo de la puerta. Era difícil mantener ambas cosas, pero no me parecía prudente entrar desarmada.
Felicity estaba tranquilamente sentada, revisando varios papeles que seguramente fueran mis trabajos. O eso suponía, si era profesora sería por algo, por mucho que se tratara de un monstruo. Pensar en el monstruo que se escondía tras esos ojos azabache me hizo temblar. No tenía ninguna estrategia preparada. Siempre que combatíamos en el campamento conocíamos los puntos fuertes y débiles de nuestro oponente, sabíamos dónde golpear. Y ahora iba a ciegas. Sin conocer qué era mi profesora, ni su habilidad.
Podía haber pensado algo, o dar media vuelta, pero me miró. Y sonrió. Y a mí se me heló la espalda.
- Oh, Daphne, cielo… Me sorprende verte aquí- Dijo con un tono adorable, demasiado adorable. Reculé, pero ella se levantó, se atusó el traje de dos piezas color beige que llevaba y caminó a mi lado. Me quedé petrificada mientras ella cerraba la puerta con llave. Ni siquiera podía alzar mis manos para golpearla, las dagas eran un peso muerto tan fuerte que no podía atacar.- Esperaba a Ian.
Aquello me puso alerta, me tensé. Antes de darme cuenta había alzado mi brazo y golpeado con el puño de la daga su barbilla, acorralándola contra la pared. La sangre se deslizó por su labio, formando un surco en una piel pálida y perfecta. Felicity no dejaba de mirarme, no parpadeaba. Me dio miedo darme cuenta que nunca la había visto parpadear, que sus ojos siempre parecían abiertos, atenta a todo. Y con aquella sonrisa macabra, era todavía peor.
Pero intenté recomponerme.
- Me buscabas a mí, ¿no?- Dije, colocando la daga en su cuello- Solo buscabas la forma de atraerme hasta aquí.
- Oh, bueno, y tomarme un tentempié- Se relamió, pasando su lengua por el surco de sangre y saboreándola.- Pero primero tengo que deshacerme de ti.
Me empujó con fuerza hacia la ventana y pude ver cómo deshacía su hechizo, las piernas se fusionaban y su piel adquiría un cariz escamoso mientras se transformaba en una enorme cola de serpiente. Y no dejaba de mirarme. Sus ojos no se apartaban de mí mientras se transformaba, casi hipnotizándome.
Por suerte, mi TDAH me hacía no concentrarme en nada, y eso incluía ojos hipnóticos. Mis sentidos se pusieron alerta y, viendo que su cola ya tapiaba la puerta, hice una insensatez. Abrí la mochila y guardé dentro los dos cuchillos antes de salir por la ventana, que por suerte estaba abierta, y trepar a la azotea. Suerte que solo había un piso.
Cuando estaba subiendo sentí las garras de Felicity en mi tobillo, arrastrándome al vacío. Pegué una patada con mi pierna libre, lo más fuerte que pude, y logré soltarme el tiempo suficiente para trepar. Ella reptó, subiendo gracias a su inmensa cola. Se agarró al alféizar con facilidad y subió al tejado reptando con ayuda de sus manos. Había perdido la falda, aunque seguía conservando su chaqueta de traje, lo que le daba un aspecto demasiado formal como para lo que era: una mujer que seducía hombres y los devoraba.
Volví a sacar mis dagas, aunque parecía imposible que algo así llegara a causarle daño, seguían siendo de bronce celestial, mortales para ella. Me lanzó un golpe con su cola, y aunque en un primer momento pensé en clavarle las dagas, cuando vi que se acercaba me pudo el riesgo e hice un quiebro para apartarme, retroceder y ponerme en pie.
No era buena peleando sin estrategias, necesitaba tener un plan, seguir unas órdenes. Miré alrededor y vi una máquina que reconocía. Era un tesla, un canalizador de energía en forma de rayos. Corrí hacia las bobinas, intentando formar una idea en mi cabeza. Sentí en el suelo el reptar de Felicity, siguiéndome mientras reía.
Todavía con las armas en la mano, descifré cómo se ponía en marcha. Había un chico de Hefesto obsesionado con estas cosas que siempre que podía las sacaba a relucir, y como me gustaba la física solía ser un blanco fácil de sus charlas. Recordaba su funcionamiento, transfería energía en forma de carga eléctrica, calor, luz y sonido. Vamos, transfería rayos de hasta megavoltios y sin ser muy precisos. El ambiente ideal para combatir.
Preparé la bobina lo mejor que pude a la máxima potencia y me aparté antes de que un rayo me cayera encima. En mi interior, le pedí a Zeus que si tenía algún control por los rayos artificiales me hiciera el favor de no matarme.
La sombra de Felicity me abordó, golpeándome con su cola escamosa y llevándome al precipicio. A nuestra espalda se veían las chispas de los rayos golpear el suelo y soltar un increíble estruendo, pero no llegaban a alcanzarnos a ninguna de las dos.
- No puedes matarme, lo notarán.- Dije, intentando distraerla. Sabía que la niebla servía para muchas cosas, pero tal vez ella no sabía dominarla- Ian lo notará.
- Oh, cariño. Será por las criaturas que he devorado sin que nadie recuerde su existencia- Rió Felicity, reptando hacia mi y contoneando sus caderas. Estaba disfrutando con la caza.- La universidad es una buena tapadera. Hombres buenos que sucumben al alcohol, al deseo… Hombres que se dejan seducir y acaban en mis fauces. Nadie pregunta. Los exámenes, el estrés… creen que eso los consume, no alguien como yo.
Me imaginé la cantidad de jóvenes que habrían caído bajo sus tretas. Incapaz de apartar la vista de sus ojos, y ella sin dejar de mirarlos. Ni un solo parpadeo por su parte, observándolos caminar hasta su perdición. Era horrible.
Lancé mi daga. En realidad ni lo pensé. Hice fuerza y lancé hacia su vientre. Ella se apartó con tanta facilidad que me sentí estúpida, un arma menos a mi control y ella estaba disfrutando, mientras la daga quedaba apartada, a dos metros del Tesla y casi cubierta de rayos. Ni loca me atrevería a tocarla. Logré ponerme en pie, al menos luchar con honor. Inspiré hondo y alcé la daga, de nuevo hacia ella. Felicity rió y me barrió de un coletazo. Pero aquella vez clavé la daga, casi sin rasgar la superficie de su piel, bastante más rígida de lo que había parecido, pero sí lo suficiente para mantenerse allí.
Felicity rió, observándome en el suelo, barrida, magullada e indefensa. Me sabía la boca a sangre y estaba llena de zarpazos. Avanzó hacia mi con una sonrisa de placer, de victoria, pero mis ojos no se iban del arma de metal que seguía en su cuerpo. Parecía demasiado poco para matarla, un mero rasguño. Pero aún no había acabado.
Cuando nos separaba un metro y mi profesora se relamía, los rayos se bifurcaron. Olvidaron la daga reposando en el suelo y se centraron en la clavada en su cola. Fue un estallido de luz y sonido, acompañado por los quejidos de Felicity. Su cuerpo convulsionaba y se podía ver la electricidad incapaz de contenerse en su cuerpo, escapando por sus extremidades.
Pero lo peor eran los ojos. No podía cerrarlos y su pupila se dilataba y contraía de manera constante con cada sacudida, hasta que quebraron los vasos internos, cubriendo el orbe de sangre. Se desplomó en el suelo, aunque continuó contrayéndose ya muerta. Nadie soportaría esa intensidad.
Me acerqué con excesivo cuidado al panel de luces en donde estaban los controles eléctricos y bajé todos los fusibles. Los rayos fueron remitiendo poco a poco, había demasiada energía cargada en ellos. Cuando se detuvieron desactivé el tesla, volví a subir los fusibles y me acerqué cauta a ambas armas. Felicity se había desvanecido en polvo mientras yo trabajaba, y ya solo quedaban las dagas de metal en el suelo. Procuré no tocarlas demasiado y meterlas rápido en la mochila, sacando el móvil y bajando por la escalera de incendios hacia la planta baja.
Mientras tanto, pedí una pizza.
Cuando llegué a mi residencia, el pizzero estaba en la puerta. Pagué con una sonrisa de oreja a oreja y volví hacia mi cuarto. Ian seguía dormido en la cama y Lauren no había llegado, aunque ya era tarde. Itntenté restarle importancia, dejando la pizza sobre el escritorio y arrodillándome frente a Ian. Me detuve a apartarle un par de mechones castaños de la frente, antes de besarle en los labios. Por suerte ya no había rastro del polvo de amapola en ellos, y conseguí mi objetivo. Ian abrió los ojos y se estiró.
- ¿Cuánto he dormido?- Preguntó, alzándose sobre un codo y mirándome. Sonreí y le robé otro beso antes de responder.
- Unas pocas horas. Me daba pena despertarte, pero se enfría la pizza.
Abrí la tapa, dejando que el olor del pepperoni caliente con queso fundido envolviera la habitación. Ian se incorporó como un resorte y se abalanzó sobre la pizza.
- ¿Y qué has hecho mientras dormía?- Preguntó, soplando su porción de pizza. De golpe me di cuenta que seguía con la ropa de pelear, que estaba algo cubierta de polvo y tenía pintas de haberme caído por un barranco. Y decidí que lo mejor sería utilizarlo.
- Pues estuve leyendo un poco, pero luego decidí que te invitaba a cenar. Y estuve preguntando a la gente de por aquí cuál era el mejor sitio. Y entremedias, un par de tíos se emocionaron demasiado por la pizza, se empujaron mientras se gritaban y me dieron un golpe sin querer, acabé cayendo y me hice un par de heridas- Miré a Ian, parecía bastante molesto y me miraba preocupado. Sonreí al ver que se lo había creído- Al final busqué un sitio cerca, estaba cansada y, con un poco de suerte, si comemos rápido podremos ducharnos antes de que venga Lauren…
Alcé una ceja, pícara, y le robé un beso justo antes de comenzar a comer. Ian no dejaba de instarme y acababa haciéndome reír, robándome besos entre bocados y risa. No sé una mejor forma de acabar un combate.
- ¡Mierda!- Dijo de repente, mirando el reloj- He dejado tirado a Felicity.
Intenté parecer preocupada por el gesto, aunque me salió una sonrisa traviesa.
- Oh, qué pena.- Murmuré, incapaz de dejar de reír. Ian me gruñó, pero acabó riendo también.- Tranquilo, no es como si se hubiera desvanecido.
Tuve que contener mi sonrisa en aquel instante, cerrando la tapa de la pizza. Me levanté y caminé hacia el baño.
- Bueno, ¿qué, me acompañas a la ducha?
Ian sonrió, tirando de mí hacia el baño entre besos. No se me ocurre un final mejor para ese día.
¿Qué tal el frío? ¡Aquí ha nevado! Aún es poco y la nieve apenas cubre la carrocería de los coches pero ya es bastante porque al abrir la persiana cayeron unos pocos copos y yo me quedé observándolos embobada.
En fin, si veis que por mi instagram o twitter aparecen muchas fotos de yo por la nieve, ya sabéis, ha nevado más y yo he muerto de hipotermia :D
Hoy he decidido subir un relato de Daphne, porque ya iba siendo hora. Además, con lo mal que lo dejé la semana pasada...
El primer relato de Daphne podéis leerlo aquí, y el de la semana pasada aquí. Y como sabéis esta entrada participa en la iniciativa de los Dioses del Olimpo dando puntos a la casa de hermes. ¡Os robaremos la cartera y la victoria!
Por cierto, Sara ya no es mi ahijada porque ha crecido más rápido de lo que me esperaba, así que le he pedido a Libros sin Páginas que si quiere ocupar el huequito que ha dejado Sara en mi corazón... ¡Y ha aceptado! Su blog aparte de ser sobre escritura trata de libros y aunque son muy jovencitas apuntan fuerte. ¿Os habéis pasado ya? Espero que sí y vayais a darles amor <3
Ahora sí que os dejo con el relato.
¡Un besín!
Me encontraba frente a la puerta del despacho de Felicity como se hubiese encontrado Orfeo antes de adentrarse en el inframundo, o Aquiles a las puertas de Troya. Sabía que cuando la cruzase, todo cambiaría. También sabía que no había vuelta atrás, supongo que por eso no intenté pensar en otras salidas, como escapar junto a Ian. Habrían supuesto muchas preguntas, demasiadas para alguien con quien llevaba apenas semanas saliendo. Ni tenía la confianza en él para contarle lo que era, ni creía que me creyera.
Antes de entrar, saqué las dagas, solo por si acaso. Cerré mis manos en torno a su puño y giré el pomo de la puerta. Era difícil mantener ambas cosas, pero no me parecía prudente entrar desarmada.
Felicity estaba tranquilamente sentada, revisando varios papeles que seguramente fueran mis trabajos. O eso suponía, si era profesora sería por algo, por mucho que se tratara de un monstruo. Pensar en el monstruo que se escondía tras esos ojos azabache me hizo temblar. No tenía ninguna estrategia preparada. Siempre que combatíamos en el campamento conocíamos los puntos fuertes y débiles de nuestro oponente, sabíamos dónde golpear. Y ahora iba a ciegas. Sin conocer qué era mi profesora, ni su habilidad.
Podía haber pensado algo, o dar media vuelta, pero me miró. Y sonrió. Y a mí se me heló la espalda.
- Oh, Daphne, cielo… Me sorprende verte aquí- Dijo con un tono adorable, demasiado adorable. Reculé, pero ella se levantó, se atusó el traje de dos piezas color beige que llevaba y caminó a mi lado. Me quedé petrificada mientras ella cerraba la puerta con llave. Ni siquiera podía alzar mis manos para golpearla, las dagas eran un peso muerto tan fuerte que no podía atacar.- Esperaba a Ian.
Aquello me puso alerta, me tensé. Antes de darme cuenta había alzado mi brazo y golpeado con el puño de la daga su barbilla, acorralándola contra la pared. La sangre se deslizó por su labio, formando un surco en una piel pálida y perfecta. Felicity no dejaba de mirarme, no parpadeaba. Me dio miedo darme cuenta que nunca la había visto parpadear, que sus ojos siempre parecían abiertos, atenta a todo. Y con aquella sonrisa macabra, era todavía peor.
Pero intenté recomponerme.
- Me buscabas a mí, ¿no?- Dije, colocando la daga en su cuello- Solo buscabas la forma de atraerme hasta aquí.
- Oh, bueno, y tomarme un tentempié- Se relamió, pasando su lengua por el surco de sangre y saboreándola.- Pero primero tengo que deshacerme de ti.
Me empujó con fuerza hacia la ventana y pude ver cómo deshacía su hechizo, las piernas se fusionaban y su piel adquiría un cariz escamoso mientras se transformaba en una enorme cola de serpiente. Y no dejaba de mirarme. Sus ojos no se apartaban de mí mientras se transformaba, casi hipnotizándome.
Por suerte, mi TDAH me hacía no concentrarme en nada, y eso incluía ojos hipnóticos. Mis sentidos se pusieron alerta y, viendo que su cola ya tapiaba la puerta, hice una insensatez. Abrí la mochila y guardé dentro los dos cuchillos antes de salir por la ventana, que por suerte estaba abierta, y trepar a la azotea. Suerte que solo había un piso.
Cuando estaba subiendo sentí las garras de Felicity en mi tobillo, arrastrándome al vacío. Pegué una patada con mi pierna libre, lo más fuerte que pude, y logré soltarme el tiempo suficiente para trepar. Ella reptó, subiendo gracias a su inmensa cola. Se agarró al alféizar con facilidad y subió al tejado reptando con ayuda de sus manos. Había perdido la falda, aunque seguía conservando su chaqueta de traje, lo que le daba un aspecto demasiado formal como para lo que era: una mujer que seducía hombres y los devoraba.
Volví a sacar mis dagas, aunque parecía imposible que algo así llegara a causarle daño, seguían siendo de bronce celestial, mortales para ella. Me lanzó un golpe con su cola, y aunque en un primer momento pensé en clavarle las dagas, cuando vi que se acercaba me pudo el riesgo e hice un quiebro para apartarme, retroceder y ponerme en pie.
No era buena peleando sin estrategias, necesitaba tener un plan, seguir unas órdenes. Miré alrededor y vi una máquina que reconocía. Era un tesla, un canalizador de energía en forma de rayos. Corrí hacia las bobinas, intentando formar una idea en mi cabeza. Sentí en el suelo el reptar de Felicity, siguiéndome mientras reía.
Todavía con las armas en la mano, descifré cómo se ponía en marcha. Había un chico de Hefesto obsesionado con estas cosas que siempre que podía las sacaba a relucir, y como me gustaba la física solía ser un blanco fácil de sus charlas. Recordaba su funcionamiento, transfería energía en forma de carga eléctrica, calor, luz y sonido. Vamos, transfería rayos de hasta megavoltios y sin ser muy precisos. El ambiente ideal para combatir.
Preparé la bobina lo mejor que pude a la máxima potencia y me aparté antes de que un rayo me cayera encima. En mi interior, le pedí a Zeus que si tenía algún control por los rayos artificiales me hiciera el favor de no matarme.
La sombra de Felicity me abordó, golpeándome con su cola escamosa y llevándome al precipicio. A nuestra espalda se veían las chispas de los rayos golpear el suelo y soltar un increíble estruendo, pero no llegaban a alcanzarnos a ninguna de las dos.
- No puedes matarme, lo notarán.- Dije, intentando distraerla. Sabía que la niebla servía para muchas cosas, pero tal vez ella no sabía dominarla- Ian lo notará.
- Oh, cariño. Será por las criaturas que he devorado sin que nadie recuerde su existencia- Rió Felicity, reptando hacia mi y contoneando sus caderas. Estaba disfrutando con la caza.- La universidad es una buena tapadera. Hombres buenos que sucumben al alcohol, al deseo… Hombres que se dejan seducir y acaban en mis fauces. Nadie pregunta. Los exámenes, el estrés… creen que eso los consume, no alguien como yo.
Me imaginé la cantidad de jóvenes que habrían caído bajo sus tretas. Incapaz de apartar la vista de sus ojos, y ella sin dejar de mirarlos. Ni un solo parpadeo por su parte, observándolos caminar hasta su perdición. Era horrible.
Lancé mi daga. En realidad ni lo pensé. Hice fuerza y lancé hacia su vientre. Ella se apartó con tanta facilidad que me sentí estúpida, un arma menos a mi control y ella estaba disfrutando, mientras la daga quedaba apartada, a dos metros del Tesla y casi cubierta de rayos. Ni loca me atrevería a tocarla. Logré ponerme en pie, al menos luchar con honor. Inspiré hondo y alcé la daga, de nuevo hacia ella. Felicity rió y me barrió de un coletazo. Pero aquella vez clavé la daga, casi sin rasgar la superficie de su piel, bastante más rígida de lo que había parecido, pero sí lo suficiente para mantenerse allí.
Felicity rió, observándome en el suelo, barrida, magullada e indefensa. Me sabía la boca a sangre y estaba llena de zarpazos. Avanzó hacia mi con una sonrisa de placer, de victoria, pero mis ojos no se iban del arma de metal que seguía en su cuerpo. Parecía demasiado poco para matarla, un mero rasguño. Pero aún no había acabado.
Cuando nos separaba un metro y mi profesora se relamía, los rayos se bifurcaron. Olvidaron la daga reposando en el suelo y se centraron en la clavada en su cola. Fue un estallido de luz y sonido, acompañado por los quejidos de Felicity. Su cuerpo convulsionaba y se podía ver la electricidad incapaz de contenerse en su cuerpo, escapando por sus extremidades.
Pero lo peor eran los ojos. No podía cerrarlos y su pupila se dilataba y contraía de manera constante con cada sacudida, hasta que quebraron los vasos internos, cubriendo el orbe de sangre. Se desplomó en el suelo, aunque continuó contrayéndose ya muerta. Nadie soportaría esa intensidad.
Me acerqué con excesivo cuidado al panel de luces en donde estaban los controles eléctricos y bajé todos los fusibles. Los rayos fueron remitiendo poco a poco, había demasiada energía cargada en ellos. Cuando se detuvieron desactivé el tesla, volví a subir los fusibles y me acerqué cauta a ambas armas. Felicity se había desvanecido en polvo mientras yo trabajaba, y ya solo quedaban las dagas de metal en el suelo. Procuré no tocarlas demasiado y meterlas rápido en la mochila, sacando el móvil y bajando por la escalera de incendios hacia la planta baja.
Mientras tanto, pedí una pizza.
Cuando llegué a mi residencia, el pizzero estaba en la puerta. Pagué con una sonrisa de oreja a oreja y volví hacia mi cuarto. Ian seguía dormido en la cama y Lauren no había llegado, aunque ya era tarde. Itntenté restarle importancia, dejando la pizza sobre el escritorio y arrodillándome frente a Ian. Me detuve a apartarle un par de mechones castaños de la frente, antes de besarle en los labios. Por suerte ya no había rastro del polvo de amapola en ellos, y conseguí mi objetivo. Ian abrió los ojos y se estiró.
- ¿Cuánto he dormido?- Preguntó, alzándose sobre un codo y mirándome. Sonreí y le robé otro beso antes de responder.
- Unas pocas horas. Me daba pena despertarte, pero se enfría la pizza.
Abrí la tapa, dejando que el olor del pepperoni caliente con queso fundido envolviera la habitación. Ian se incorporó como un resorte y se abalanzó sobre la pizza.
- ¿Y qué has hecho mientras dormía?- Preguntó, soplando su porción de pizza. De golpe me di cuenta que seguía con la ropa de pelear, que estaba algo cubierta de polvo y tenía pintas de haberme caído por un barranco. Y decidí que lo mejor sería utilizarlo.
- Pues estuve leyendo un poco, pero luego decidí que te invitaba a cenar. Y estuve preguntando a la gente de por aquí cuál era el mejor sitio. Y entremedias, un par de tíos se emocionaron demasiado por la pizza, se empujaron mientras se gritaban y me dieron un golpe sin querer, acabé cayendo y me hice un par de heridas- Miré a Ian, parecía bastante molesto y me miraba preocupado. Sonreí al ver que se lo había creído- Al final busqué un sitio cerca, estaba cansada y, con un poco de suerte, si comemos rápido podremos ducharnos antes de que venga Lauren…
Alcé una ceja, pícara, y le robé un beso justo antes de comenzar a comer. Ian no dejaba de instarme y acababa haciéndome reír, robándome besos entre bocados y risa. No sé una mejor forma de acabar un combate.
- ¡Mierda!- Dijo de repente, mirando el reloj- He dejado tirado a Felicity.
Intenté parecer preocupada por el gesto, aunque me salió una sonrisa traviesa.
- Oh, qué pena.- Murmuré, incapaz de dejar de reír. Ian me gruñó, pero acabó riendo también.- Tranquilo, no es como si se hubiera desvanecido.
Tuve que contener mi sonrisa en aquel instante, cerrando la tapa de la pizza. Me levanté y caminé hacia el baño.
- Bueno, ¿qué, me acompañas a la ducha?
Ian sonrió, tirando de mí hacia el baño entre besos. No se me ocurre un final mejor para ese día.
He leído los dos últimos capítulos del tirón, no podía dejar de leer. Las aventuras de Daphne (que como dirían los yankies es muy "badass") me tienen totalmente enganchado, y tu nos las das con cuentagotas (casi como ella y su elexir de amapola... XD) Ahora que nos hemos librado de Felicity (había una serie maja con ese nombre hace unos años), me haces pensar mal de Lauren...
ResponderEliminarEn fin, tendré que esperar a la próxima dosis... XD
Besicos!
¿Pero Lauren por qué? Si Lauren es buena. Osea, Daphne atraviesa con un arma que no afecta a mortales a su novio ¿y no crees que habrá hecho algo parecido con Lauren?
EliminarAdemás, no me des ideas porque tengo una trama general pero hay muchas cosas todavía en el aire.
Intentaré tener la próxima dosis preparada para la semana que viene entonces.
¡Un besín!
Pues por varios motivos,
Eliminar1º Porque no me acordaba de lo de la daga esa que mencionas... XD
2º Porque soy muy mal pensado... jejeje
y 3º Porque debido al segundo punto, ante frases así: "Ian seguía dormido en la cama y Lauren no había llegado, aunque ya era tarde. Itntenté restarle importancia", yo siempre pienso mal... XD
Besicos!
No, pero es porque se preocupa por ella, no porque sea mala. Lo de la daga que no es daga lo comento aquí, así que a Lauren algo parecido xD
EliminarY sí, me parece que malpiensas demasiado. No todos van a ser malos... o si e.e
Bueno, dejo de comerte la cabeza que ni yo sé exactamente por dónde irán los tiros.
¡Un besín!
Gema desconcocia que escribieras historias de ficción tan bien, me enganche con esta parte, no he leido los demás por problemas con la universidad y falta de tiempo pero espero leerlos pronto.
ResponderEliminarMe gusto , tengo que leerte más sobre tus personajes.
un abrazo enorme y nos leemos :3
Holaaa!! Me ha gustado mucho la continuación ^^ Y menudo toque el de la pizza, así como si nada hubiese pasado jaja El punto de humor muy fuerte xD
ResponderEliminarA ver si me pongo con los capítulos antiguos :)
Me he enganchado a Daphne ^^
Un besazooooooo
Me encanta, acaba de cargarse a un ser recién salido de las fauces del inframundo y se pide una pizza... Daphne es demasiado XD
ResponderEliminarQue ganas tengode saber como sigue, no tardeeees
Un besazo
Lena