Pintura en los dedos {Relato Corto}
¡Holis!
¿Visteis ya mi entrada del Lunes? Pues como sabéis, me tentaron, y cedí a la presión, así que ta-dá! A ver qué os parece la nueva paleta de colores, la mantendré hasta el lunes o así... como el finde no estaré muy atenta pues nada, en unos días lo volveré a cambiar.
En fin. Siguiendo la temática romántica he decidido sacar del olvido a Marlenne. La verdad es que fue un relato que me gustó mucho y cuando me puse a pensar en posibles historias románticas, surgió la suya.
Puede que se me haya subido un poquito de tono, aunque no demasiado (¿me da corte? ¿tampoco quiero ser muy explícita? ¿Y si me leen mis padres? Hay muchas variantes). En fin, espero que os guste.
¿Visteis ya mi entrada del Lunes? Pues como sabéis, me tentaron, y cedí a la presión, así que ta-dá! A ver qué os parece la nueva paleta de colores, la mantendré hasta el lunes o así... como el finde no estaré muy atenta pues nada, en unos días lo volveré a cambiar.
En fin. Siguiendo la temática romántica he decidido sacar del olvido a Marlenne. La verdad es que fue un relato que me gustó mucho y cuando me puse a pensar en posibles historias románticas, surgió la suya.
Puede que se me haya subido un poquito de tono, aunque no demasiado (¿me da corte? ¿tampoco quiero ser muy explícita? ¿Y si me leen mis padres? Hay muchas variantes). En fin, espero que os guste.
El café forma volutas de humo al lado del caballete, completamente olvidado, mientras el pincel se desliza con suavidad por el lienzo, dejando un trazo tan fino y preciso que hace que la obra parezca una operación a corazón abierto.
Pero así lo siente Graham. El joven siente su corazón a cien por hora, sus pulmones comprimiéndose y ahogándole, suplicando por un soplo de aire que recorra sus labios resecos.
Desde su primer encuentro ha pedido a Marlenne que pose para él muchas veces, su cuerpo se le ha hecho conocido, capaz de retratarlo sin tenerla delante, solo cerrando los ojos. Solo sabiéndola en sueños...
El pincel cae al suelo. No puede concentrarse. En medio de la sala, Malrenne vuelve a bufar, como la primera vez. El cabello ahora le ha crecido, y lo tiene trenzado sobre sus senos. Al darse cuenta del lugar a donde van los ojos del pintor, ambos reaccionan con rapidez, ella corre a cubrirse, con la piel erizada y el rubor subiendo por su cuello. Él intenta distraerse con el cuadro, pero es una obra tan perfecta, tan meticulosa de ella, que no puede evitar sentirse más azorado.
Marlenne camina hacia su lado, cogiendo la taza de café entre sus pálidas manos. Sopla un par de veces antes de tomarse un sorbo.
- Cada vez tengo más claro que te quedas haciendo como que pintas cuando has acabado para verme desnuda- Murmura, intentando hacerse la molesta, pero no puede. La tensión les lleva acompañando desde el principio y el deseo es tan palpable que parece que las chispas vayan a saltar en cualquier momento.
- No está acabado- Responde él, incapaz de apartar la vista de sus ojos- No eres tu.
- Ahora te has vuelto más perfeccionista.- Sonríe Marlenne.- ¿Qué quieres? Me faltan un par de pecas como mucho.
Pero no era así, y Graham lo sabía. No era capaz de captar esa sonrisa traviesa que solo ponía con él, no era capaz de retratar sus labios, ni de hacer su piel tan suave como parecía.
Parecía. Esa palabra le estaba volviendo loco, quería a Marlenne, y a ser posible fuera del lienzo, fuera de aquel cuarto. Pero el pudor, pese a todas las sesiones de desnudos, seguía creando una barrera que no sabía cómo cruzar.
- A veces me gustaría pintarte yo a ti, para variar- Dice ella, distraída, todavía observándose- Sería gracioso que fueras tu el desnudo para variar.
Graham sonríe, dejándose llevar por la idea. Comienza a desabrocharse la camisa antes de ser consciente de lo que sus manos están haciendo.
- ¿Ya?- Pregunta Marlenne, sorprendida y sonrojada- ¡Solo era una idea!
- ¿Pasa algo?- Pregunta él, casi incapaz de detenerse.
- Que yo también estoy desnuda- Murmura Marlenne, con un hilo de voz, alzando sus ojos hacia los de él. Sin embargo Graham sigue sin detenerse, aunque la sonrisa cambia a una pícara. Le ayuda a desnudarle y pronto las manos de ambos jóvenes dejan de buscar pinceles para sentir su piel. Graham acaricia sus hombros, sorprendiéndose por su suavidad y delicadeza, preocupado de que un solo gesto pueda romper a la pequeña Marlenne. Ella sigue acariciando su cuello, aproximándose hacia él de puntillas, apoyándose en el soporte del caballete para alcanzarlo y darle un suave beso.
Pero el caballete cede, y cuadro, musa y artista caen al suelo entre pintura y café caliente.
- ¿Estás bien, Marlenne?- Pregunta Graham, intentando ponerse en pie. La chica está bajo su cuerpo y se ríe, con esa voz tan musical que le pone la piel de gallina. Las manos de la joven recorren su espalda y lo pegan hacia ella. Tiene el cuerpo cubierto de pintura, lo que le hace reír- No era lo que pensaba cuando te hablé de usar tu piel como lienzo.
- Bueno, siempre puedes improvisar- Sus dedos están cubiertos de un verde malaquita, como la joya que es ella, y acarician su pecho, bajando por su abdomen y dejando un surco verde intenso por donde pasan. La idea es tentadora, está deseando pintar con sus manos sobre ella, pero no algo que trascienda en el tiempo. Quiere hacer del placer un arte.
Nota el rojo rubí de sus mejillas, el brillo de sus labios recién humedecidos, y nota cierta necesidad en la garganta. Se aproxima despacio hacia ella, intentando recrearse en el momento en el que sus labios, al fin, se tocan. Es como beber agua tras haber estado en el desierto, como si de golpe todos los colores se mezclaran en su mente. La inspiración viaja hacia él en forma de suaves besos, de juegos de lengua y de caricias por la espalda. Pero quieren más, ambos se necesitan, ambos son conscientes de ello, y Marlenne suelta un suave gemido que expresa todas sus necesidades sin necesidad de palabras.
Rebusca en sus pantalones el condón que siempre guarda en la cartera, tan nervioso que de golpe sus manos, siempre seguras y de pulso firme, le tiemblan. Nunca había estado tan nervioso.
La chica se sonroja al darse cuenta de lo que está pasando. La emoción recorre sus cuerpos como la pintura que cubre su espalda y, cuando las manos bajan más allá de la cintura, Marlenne no sabe si su cuerpo podrá contenerlas todas. Al fin juntos, al fin. Lo había pensado tantas veces... Pero no hablan, no se lo dicen. Sus cuerpos tienen la capacidad de hablar por sí solos y dejan que sean ellos quienes dialoguen esta vez, como lleva tanto tiempo deseando.
Solo deja que ese diálogo mudo se detenga un segundo, besando a Graham en los labios y sosteniendo su rostro con las manos para que se vean los ojos.
- Graham, te...-
Alguien abre la puerta y la palabra que iba a salir de los labios de Marlenne se convierte en un chillido pudoroso mientras corre a cubrirse. Graham reacciona girando la vista, viendo a uno de sus compañeros de clase pálido e incapaz de moverse.
- Perdona, yo ya me iba- Murmura, girándose despacio y cerrando la puerta.
El silencio cubre la sala, donde Marlenne se ha encogido en el suelo, perdido todo rastro de color menos el de las pinturas que recorren su cuerpo. Se sonríen con timidez.
- Creo que deberíamos vestirnos- Logra articular Marlenne. Y aunque ninguno quiera, ambos se ponen en pie.
- ¿Qué ibas a decirme?- Se atreve a preguntar Graham, intentando limpiarse la pintura. Marlenne se sonroja, abrochándose la blusa que cubre un sostén de encaje negro.
- Que te quiero- Admite, aprovechando el momento de titubeo de su compañero para darle un beso- Y que deberíamos intentar esto en un lugar más íntimo.
Pero así lo siente Graham. El joven siente su corazón a cien por hora, sus pulmones comprimiéndose y ahogándole, suplicando por un soplo de aire que recorra sus labios resecos.
Desde su primer encuentro ha pedido a Marlenne que pose para él muchas veces, su cuerpo se le ha hecho conocido, capaz de retratarlo sin tenerla delante, solo cerrando los ojos. Solo sabiéndola en sueños...
El pincel cae al suelo. No puede concentrarse. En medio de la sala, Malrenne vuelve a bufar, como la primera vez. El cabello ahora le ha crecido, y lo tiene trenzado sobre sus senos. Al darse cuenta del lugar a donde van los ojos del pintor, ambos reaccionan con rapidez, ella corre a cubrirse, con la piel erizada y el rubor subiendo por su cuello. Él intenta distraerse con el cuadro, pero es una obra tan perfecta, tan meticulosa de ella, que no puede evitar sentirse más azorado.
Marlenne camina hacia su lado, cogiendo la taza de café entre sus pálidas manos. Sopla un par de veces antes de tomarse un sorbo.
- Cada vez tengo más claro que te quedas haciendo como que pintas cuando has acabado para verme desnuda- Murmura, intentando hacerse la molesta, pero no puede. La tensión les lleva acompañando desde el principio y el deseo es tan palpable que parece que las chispas vayan a saltar en cualquier momento.
- No está acabado- Responde él, incapaz de apartar la vista de sus ojos- No eres tu.
- Ahora te has vuelto más perfeccionista.- Sonríe Marlenne.- ¿Qué quieres? Me faltan un par de pecas como mucho.
Pero no era así, y Graham lo sabía. No era capaz de captar esa sonrisa traviesa que solo ponía con él, no era capaz de retratar sus labios, ni de hacer su piel tan suave como parecía.
Parecía. Esa palabra le estaba volviendo loco, quería a Marlenne, y a ser posible fuera del lienzo, fuera de aquel cuarto. Pero el pudor, pese a todas las sesiones de desnudos, seguía creando una barrera que no sabía cómo cruzar.
- A veces me gustaría pintarte yo a ti, para variar- Dice ella, distraída, todavía observándose- Sería gracioso que fueras tu el desnudo para variar.
Graham sonríe, dejándose llevar por la idea. Comienza a desabrocharse la camisa antes de ser consciente de lo que sus manos están haciendo.
- ¿Ya?- Pregunta Marlenne, sorprendida y sonrojada- ¡Solo era una idea!
- ¿Pasa algo?- Pregunta él, casi incapaz de detenerse.
- Que yo también estoy desnuda- Murmura Marlenne, con un hilo de voz, alzando sus ojos hacia los de él. Sin embargo Graham sigue sin detenerse, aunque la sonrisa cambia a una pícara. Le ayuda a desnudarle y pronto las manos de ambos jóvenes dejan de buscar pinceles para sentir su piel. Graham acaricia sus hombros, sorprendiéndose por su suavidad y delicadeza, preocupado de que un solo gesto pueda romper a la pequeña Marlenne. Ella sigue acariciando su cuello, aproximándose hacia él de puntillas, apoyándose en el soporte del caballete para alcanzarlo y darle un suave beso.
Pero el caballete cede, y cuadro, musa y artista caen al suelo entre pintura y café caliente.
- ¿Estás bien, Marlenne?- Pregunta Graham, intentando ponerse en pie. La chica está bajo su cuerpo y se ríe, con esa voz tan musical que le pone la piel de gallina. Las manos de la joven recorren su espalda y lo pegan hacia ella. Tiene el cuerpo cubierto de pintura, lo que le hace reír- No era lo que pensaba cuando te hablé de usar tu piel como lienzo.
- Bueno, siempre puedes improvisar- Sus dedos están cubiertos de un verde malaquita, como la joya que es ella, y acarician su pecho, bajando por su abdomen y dejando un surco verde intenso por donde pasan. La idea es tentadora, está deseando pintar con sus manos sobre ella, pero no algo que trascienda en el tiempo. Quiere hacer del placer un arte.
Nota el rojo rubí de sus mejillas, el brillo de sus labios recién humedecidos, y nota cierta necesidad en la garganta. Se aproxima despacio hacia ella, intentando recrearse en el momento en el que sus labios, al fin, se tocan. Es como beber agua tras haber estado en el desierto, como si de golpe todos los colores se mezclaran en su mente. La inspiración viaja hacia él en forma de suaves besos, de juegos de lengua y de caricias por la espalda. Pero quieren más, ambos se necesitan, ambos son conscientes de ello, y Marlenne suelta un suave gemido que expresa todas sus necesidades sin necesidad de palabras.
Rebusca en sus pantalones el condón que siempre guarda en la cartera, tan nervioso que de golpe sus manos, siempre seguras y de pulso firme, le tiemblan. Nunca había estado tan nervioso.
La chica se sonroja al darse cuenta de lo que está pasando. La emoción recorre sus cuerpos como la pintura que cubre su espalda y, cuando las manos bajan más allá de la cintura, Marlenne no sabe si su cuerpo podrá contenerlas todas. Al fin juntos, al fin. Lo había pensado tantas veces... Pero no hablan, no se lo dicen. Sus cuerpos tienen la capacidad de hablar por sí solos y dejan que sean ellos quienes dialoguen esta vez, como lleva tanto tiempo deseando.
Solo deja que ese diálogo mudo se detenga un segundo, besando a Graham en los labios y sosteniendo su rostro con las manos para que se vean los ojos.
- Graham, te...-
Alguien abre la puerta y la palabra que iba a salir de los labios de Marlenne se convierte en un chillido pudoroso mientras corre a cubrirse. Graham reacciona girando la vista, viendo a uno de sus compañeros de clase pálido e incapaz de moverse.
- Perdona, yo ya me iba- Murmura, girándose despacio y cerrando la puerta.
El silencio cubre la sala, donde Marlenne se ha encogido en el suelo, perdido todo rastro de color menos el de las pinturas que recorren su cuerpo. Se sonríen con timidez.
- Creo que deberíamos vestirnos- Logra articular Marlenne. Y aunque ninguno quiera, ambos se ponen en pie.
- ¿Qué ibas a decirme?- Se atreve a preguntar Graham, intentando limpiarse la pintura. Marlenne se sonroja, abrochándose la blusa que cubre un sostén de encaje negro.
- Que te quiero- Admite, aprovechando el momento de titubeo de su compañero para darle un beso- Y que deberíamos intentar esto en un lugar más íntimo.
Me ha gustado mucho! :D
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarEstá muy bien!! Me as tenido pegada a la pantalla hasta el final XD Se nota la química entre ellos. no por que casi se acuestan, sino por cómo se comportan el uno con el otro; es bonito ^^
ResponderEliminara mí me da corte escribir sobre esto en mi blog porque mi madre lo lee bastante a menudo y... >.< Me da corte jajajaj la veo todos los días!!
Un besoo
¡Gracias Teresa!
EliminarLa verdad es que sí, tienen una química muy especial estos dos. Las palabras surgieron solas tras releer el relato anterior y... buf, son tan tan taaan adorables. Me ha dolido que no llegaran al final.
Yo es que a ver, lo escribo pero casi me da corte publicarlo. Aunque entre eso y esto no hay demasiada diferencia jajaja
Está bien que tu madre te lea, la verdad.
¡Un besín!
jajajajaja!!! vaaaaaaaya, qué inoportuno el compañero... jejeje!! Me ha gustado mucho mucho mucho!! Ainsss, esa tensión sexual no resuelta, cuando se resuelve cómo saltan las chispas!!!
ResponderEliminarOtro genial pedazo de tu ingenio, Gema!!
Un besazo!
Un pelín inoportuno sí, la verdad. Me alegra que te haya gustado el relato Ángela :D
Eliminar¡Un besín!
La tención sexual que existe cuando ambos se atraen y hay mas piel wue ropa. Me ha gustado mucho tu historia y no esperaba ese giro en la historia.
ResponderEliminarGema te mando un abrazo enorme y nos leemos :3
Mira que lo advertía al principio jajajaja que no iba a ser del todo subido de tono xD Me alegra que te gustara.
Eliminar¡Un besín!
Madre mia, esta pareja hace quecon su amor se desplome todo a su alrededor (literalmente...). Si que recuerdo a los protagonistas de este relato, el artista y su musa, me alegro mucho de que los hayas recuperado y conseguido un relato tan excelente ;D
ResponderEliminarEl cambio de aspecto ha quedado genial. No me gusta demasiado el rosa, pero para San Valentin ha quedado precioso, un beso
Lena
Ayyy esa frase Lena, me has matado <3
EliminarMe alegra que te acordaras, sin duda han sido unos personajes que casi se escriben solos, me alegra que os gustaran tanto.
Sobre el cambio de aspecto, yo normalmente no soy tampoco de todo rosa pero por un día no pasa nada.
¡un besín!
jajaja no me esperaba ese final, tan lindo y romantico todo y al final termine riendome.
ResponderEliminarYa te dije mi opinión sobre el rosa, asique me abstengo de plasmarlo aquí jaja
ResponderEliminarMe gustó mucho la historia y no creo que tus padres les parezca, ejem, malo lo que has escrito. Vamos, yo me sentiría orgullosa.
Besoooosss
<3