Una caja de zapatos... #NaviBlogger
¡Buenos días!
Hoy, como avisaba, vuelvo con un relato. Con el relato del proyecto de NaviBlogger.
Os expliqué que tenía que escribir un relato en el que se reflejara mi punto de vista sobre la navidad. Ha sido algo difícil. Y más bien ha sido una terapia que explicaba lo que significan estas navidades, este año, para mí. Algo de miedo, algo de llanto... Y es todo muy distinto.
Lloré mucho al escribirlo, para qué mentiros. Pero no podía escribir otra cosa. La idea me rondaba la cabeza y no la sacaba ni queriendo. Ella necesitaba salir. Y salió. No he hecho muchos cambios desde el momento que lo escribí, y cada vez que lo leo, tal vez por la carga emocional que tiene para mí, me pone triste.
Pero bueno, dejo de asustaros, aquí tenéis el relato, y no olvideis pasar por la lista de participantes y leer todos sus relatos, que merecen la pena.
Era una caja de zapatos. Pequeña, negra, con los bordes tan desgastados que habían perdido el color, y con unas arandelas de metal agujereando las paredes de las que ni siquiera conocía su función.
Hoy, como avisaba, vuelvo con un relato. Con el relato del proyecto de NaviBlogger.
Os expliqué que tenía que escribir un relato en el que se reflejara mi punto de vista sobre la navidad. Ha sido algo difícil. Y más bien ha sido una terapia que explicaba lo que significan estas navidades, este año, para mí. Algo de miedo, algo de llanto... Y es todo muy distinto.
Lloré mucho al escribirlo, para qué mentiros. Pero no podía escribir otra cosa. La idea me rondaba la cabeza y no la sacaba ni queriendo. Ella necesitaba salir. Y salió. No he hecho muchos cambios desde el momento que lo escribí, y cada vez que lo leo, tal vez por la carga emocional que tiene para mí, me pone triste.
Pero bueno, dejo de asustaros, aquí tenéis el relato, y no olvideis pasar por la lista de participantes y leer todos sus relatos, que merecen la pena.
Era una caja de zapatos. Pequeña, negra, con los bordes tan desgastados que habían perdido el color, y con unas arandelas de metal agujereando las paredes de las que ni siquiera conocía su función.
Podía parecer una simple caja de zapatos, pero era algo más. Era mucho más.
Solo se abría por navidades, y dentro había un pequeño belén. Las figuras eran diminutas, de apenas un centímetro de alto, y había cabañas construídas a mano, un río de papel albal y todos los personajes típicos de aquella escena. Hasta había un buey y una mula, había luces, pequeñas bombillas de colores escondidas dentro de las casas hechas de corcho y pintadas a mano, y una sobre el belén, tras la estrella de navidad. Sabía describir todo el conjunto de memoria, y hasta recordaba ese olor a madera, a corcho y a desván en el que se guardaba durante once meses, que no se iba en todo el tiempo que duraba la celebración.
Le tenía un especial cariño a aquel nacimiento en miniatura. Siempre había estado en su casa, encima de la mesa del salón. Se quedaba observándolo, de pequeña deseando jugar con los muñecos, aunque de mayor ya sabía contenerse y lo observaba por todo lo que significaba para ella. Las figuras las habían comprado sus padres en un arrebato las navidades en las que hacía un año, y uno de los árboles de plástico que había adornado su primera tarta de cumpleaños adornaba la esquina inferior derecha del conjunto, justo al lado de los reyes magos. Era una parte de ella, una parte que siempre había estado allí.
Hasta que su abuela entró a la residencia. En navidades su padre creyó que, ya que no podía tener un belén como el que había en su casa, al menos le podrían dejar en “usufructo” aquel, pequeño y compacto, que iluminaría la pequeña habitación en la que vivía. Recordaba que, a pesar de tener dieciséis años por aquel entonces, se le hizo un nudo en la garganta cuando su padre ofreció su belén, al que tenía tanto aprecio, sin pedirle permiso. Se sintió tan ofendida que tuvo que tragarse la bilis al ver la cara de ilusión de su abuela, componer su mejor sonrisa y aceptar uno de sus bombones con gesto de culpabilidad.
Habían pasado varios años desde aquel momento, y el belén ya no importaba.
Pero la caja había vuelto.
Le temblaban las manos al coger la caja que tanta ilusión le había infundado de pequeña. No la quería en su casa, quería que se fuera. Quería que volviera su abuela, quería sus bombones, sus comentarios repetidos. Quería que le preguntase si no llegaría tardísimo a casa cuando solo eran las 10 y media de la noche. Quería al nexo de unión que evitaba que toda una familia se desmoronase, no una caja. Sobre todo quería que volviera su abuela para ejercer de madre y le curara el llanto a su hijo, y no ser ella la que tuviera que buscar palabras con las que consolar a su padre, cuando ni siquiera ella podía contener las lágrimas.
Quería volver en el tiempo, abrazar a su abuela, y tener unas navidades normales otra vez.
Pero, sin embargo, lo que tenía era una caja de zapatos que de golpe pesaba como el plomo, tenía un belén que de golpe era una sombra en su casa, y tenía unos recuerdos que le hacían quebrar en llanto cada vez que flotaban hasta su mente, acuchillando su maltrecho corazón, quebrando sus pulmones, humedeciendo sus ojos, sus mejillas y su rostro con un llanto incontrolable.
Nunca se había dado cuenta de lo triste que era la navidad, de lo cruel que es la vida.
Nunca había llegado a comprender tan bien la frase “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”.
Pero tenía una caja. Unos recuerdos preciosos y una serie de gente a su alrededor. No podía evitar sentirse triste, echarla de menos. Pero tenía una caja y una nueva familia. Cargó con ella hasta su piso de estudiantes y la depositó en el salón, como un centro de mesa, y apretó el interruptor de las luces. Los ojos se le nublaron de lágrimas, pero se obligó a sonreír. No dejaría que los pensamientos oscuros la envolvieran. Estaba el pequeño belén para alumbrar su camino.
Uah. Gema, el relato me ha parecido brutal. He sentido un montón de cosas a la vez, y, ay, cómo me ha dolido leer algo así. Esto que has escrito es magia pura. Espero seguir leyéndote en muchos más relatos de RB.
ResponderEliminar¡Un beso!
Étincelle
Ay jo, no sabes la ilusión que me hace leer algo así. Que sientas que algo tan íntimo es tan bonito me hace sentir bien, orgullosa de lo que hago. Muchas gracias, yo también espero leerte en RB :D
Eliminar¡Un besín!
Ha sido impactante. Empecé el relato ilusionada, como cuando eres un niño y llega la Navidad. Pude sentir esa emoción, esa alegría, y recuerdo cuando ponía el Belén y todas esas cosas... Pero no me esperaba para nada el giro que le has dado. Inocente de mí, creí que sería un relato dulce y edulcorado, pero no, tuviste que arrancarme una lagrimilla. Te felicito, Gema. Formalmente, es perfecto. En lo que respecta al contenido, es tan humano y tan cercano que no creo que nadie pueda decir que está mal. Al menos, ante mis ojos ha sido perfecto.
ResponderEliminarUn frío beso navideño,
Emily
Solo imaginaté lo que lloré yo al escribirlo, que te prometo que no fue poco. agradezco muchísimo que me dieras la oportunidad de escribirlo, no solo por el homenaje a mi abuela que es, por lo mucho que la echo de menos, sino porque, en parte, me ha servido para darme cuenta que sí, que la echo de menos, y que llorar nunca es malo. Me sentí mucho mejor tras escribir este relato, pero muchísimo mejor. Durante un tiempo, su ausencia no me dolió tanto, y creo que me quité un peso de encima al escribirlo. Así que, a pesar de las lágrimas, gracias por el proyecto que hizo nacer este relato. Y muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarUn besazo enorme :D
No tengo palabras para expresar lo que siento exactamente. La ilusión navideña empañada con una perdida irreparable, ese sentimiento te llena de angustia.
ResponderEliminarGema, es uno de los escritos mas emotivos y conmovedores que he tenido el honor de leer, solo tengo una cosa mas que decir, muchisimas gracias por mostrarnos lo mucho que puede sentirse a traves de las palabras.
Un beso enorme
Lena
Lena, ahora mismo si pudiera me aparecía a tu lado y te daba un abrazo enorme. Pero en serio. Yo no sé si es que a cada comentario que respondo me pongo un poco más emotiva, que también, pero joder, gracias por el comentario, en serio.
EliminarUn besazo enorme.
Ahora entiendo perfectamente aquello que me dijiste, esa advertencia cuando se acercaba el puente de Diciembre y yo te iba a acompañar a Santander.
ResponderEliminarNo me has sacado la lagrimita, porque no hay quien lo consiga, pero me has llegado al corazón Gema. Ahora quiero verte y achucharte muy fuerte jo.
Un besito,
Vanclaise.
Al final el puente no fue tan tan malo como esperaba... peor está siendo ahora. Mi padre está... buf... ya si eso cuando acaben las fiestas te explico con más calma.
EliminarJo, me apetece muchísimo un abrazo. En enero espero verte para que me consueles D: Muchas gracias jo.
Un besín <3
Me has llegado al corazón, es imposible llegar a comprender por completo cómo te sientes y haces que nos sintamos parecido con unas pocas palabras colocadas de una forma sencilla y bonita. Me ha llegado tanto que te mando un fuerte abrazo y reconozco que me he emocionado un poquito cuando ha cambiado totalmente el relato. Al principio parecía una bonita historia y al final es una bonita bolsa de sentimientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
María
Muchísimas gracias por el comentario María. Si he logrado retransmitiros aunque solo sea un poco de cómo me siento, me doy por satisfecha. A veces es difícil explicar como te sientes, sobre todo cuando pueden llegar a ser sentimientos muy complejos, encadenados y que tal vez no todos comiencen en el mismo punto. Muchas gracias por los ánimos y me alegra que te haya gustado.
EliminarUn besazo enorme.
Que bonito Gema. Me has dejado sin palabras de verdad. Es increíble como has sabido transmitirnos una pequeña parte de esos sentimientos que tiene para ti la Navidad, madre mía.. bonito si, pero triste..
ResponderEliminarUn beso muy grade bonita!
Muchísimas gracias Alejandra. Me alegra que hayas podido ver un poco como me siento, y que el trabajo haya sido bueno. Un besazo enorme y feliz navidad :D
EliminarMe ha encantado Gema ha sido precioso. Me gusta mucho como escribes de forma sencilla envolviéndonos en la ilusión de la Navidad, y luego dejas que veamos como todo se tiñe de tristeza y aun así sonríes. No sé, en cierta forma me siento identificada, me ha conmovido mucho.
ResponderEliminar¡Muchos besitos y muchos abrazos!
Angie
Gracias Angie :D Intenté demostrar que sonrío. No creas que no me cuesta, lo intento mucho. Es cierto que son unas navidades tristes, distintas, y que no sé, es duro. Pero si me hundo en el pozo no salgo, y quiero salir. Supongo que eso es lo que quería demostrar. Que se puede salir adelante.
EliminarYa dejo de enrollarme, me alegra que te gustara.
¡Un besín!
Gema, un relato precioso.
ResponderEliminarSe me han caído un par de lagrimas, para qué mentir. Me he sentido identificada porque es duro... es duro mantener la sonrisa en momentos así.
En serio, muy conmovedor.
Te felicito y espero que estés pasando unas bonitas navidades.
Un beso con mucho cariño,
Ara.
¡Hola, Gema! No sé si nos conocemos de antes, pero encantado.
ResponderEliminarDecir que #NaviBlogger me ha hecho recorrer muchos blogs y muy buenos; entre ellos el tuyo. Espero que sigas escribiendo, porque detrás de esa caja de zapatos, hay una escritora.
Un beso,
JJ.