Promesa Submarina {Relato Corto, Parte 2}
¡Buenos días!
Ah, miércoles, esa mitad de semana tan agradable y el día en el que supuestamente tengo que acabar el NaNo si Martín quiere una cena. No hice a posta lo de bajar el ritmo, simplemente estoy algo seca de ideas. Estoy a unas 7mil palabras de acabar y 4 capítulos. Creo que incluso tenga que tirar de algo de relleno para acabar las palabras. Cómo cambia la cosa.
Hoy tenemos el relato continuación del del lunes, que podéis leer aquí. Os recuerdo también que tenéis la lista de personajes con todos los relatos, por si queréis saber algo más de Lyreth y Theren, o de cualquiera de los personajes que os muestro en el blog. Os recuerdo que este relato participa en la iniciativa Dioses del Olimpo para la cabaña de Hermes ¡Os robaremos la victoria y la cartera!
Y sin más, os dejo con Lyreth y Theren y varios litros de agua salada jeje.
Theren no dejaba de mirar
alrededor. Cada sombra, cada criatura, le fascinaba y aterraba al mismo tiempo.
Quería ser él, el científico, el joven que analizaba cada criatura al detalle,
que tomaba notas. Ni siquiera se había planteado la posibilidad de tomar notas
bajo el agua, pero no podía. No podía porque tenía que vigilar a Lyreth, y era
ella siempre la que le vigilaba a él. Era cierto que era muy impulsiva, y claro
que comprendía a Calipso, pero no podía evitar sentir miedo.
Si todo dependía de él, acabaría
mal. Lo veía venir.
- Theren, te quedas atrás.
- Perdona por sentir la
resistencia del agua en mi cuerpo.- Se quejó él. Era cierto, ni siquiera se
movía con la misma fluidez. No podían enfrentarse a un monstruo de las
profundidades así. No en su terreno. Necesitaba un plan, y, aunque su cabeza
trabajase tan rápido que pensó que se bloquearía, no se le ocurría nada.
Y seguía sin saber dónde estaba.
- Podemos mirar algún hechizo
para hacernos más veloces, si quieres. Aunque si no estuvieras tan concentrado
en el mundo submarino tal avanzarías más rápido.
Theren puso los ojos en blanco,
corriendo a su lado todo lo rápido que el agua le permitía.
- Creo que no has mirado bien
alrededor, Lyreth.- Anunció. Ella se giró, dispuesta a replicarle que llevaba
todo el rato mirando, pero algo en la mirada del joven le hizo callar.- No hay
vida submarina. Estamos solos.
El silencio le hizo pensar en lo
que decía Theren. Abrumada, descubrió que era verdad, que estaban solos en las
profundidades. Theren no necesitaba saber los motivos de aquella ausencia de
vida marina. Ni un solo pez, ni el más mínimo crustáceo. Era evidente que se
aproximaba, y tenía miedo.
Antes de que entendiera por qué,
estaba empujando a Lyreth fuera de la trayectoria de la criatura. Pudo ver sus
zarpas a pocos milímetros de su cara, sin llegar a tocarle, y su corazón se
desbocó en su pecho. No podía ser, no tan pronto, no tenía ni idea de qué hacer
y estaban en un páramo en mitad del mar.
- Intentaré entretenerlo.- Dijo
Lyreth, alzando su espada. Se movía con mucha más ligereza de la que se
esperaba Theren para estar bajo el mar, pero no tenía tiempo para ponerse a
pensar en ello. Solo podía ver lo cerca que estaba de morir si de verdad
pensaba que con una espada lograría acabar con el monstruo, que les superaba en
tamaño al menos tres veces.
- Tiene cuatro garras, Lyreth,
con esa espada no vas a hacerle nada.
- ¿Se te ocurre algo mejor?
No dijo nada. En primer lugar,
porque era cierto, no tenía ni idea de cómo enfrentarse al monstruo. En segundo
lugar, porque la criatura se deslizaba por el agua de vuelta hacia ellos.
Volvió a empujar a Lyreth, evitando que una zarpa desgarrase su cuerpo con la
misma facilidad con la que atravesaba el agua, y se agachó a tiempo para
esquivar un segundo ataque. La única ventaja que tenían era que la criatura era
tan inmensa que necesitaba mucho espacio para virar y volver a enfrentarse a
ellos, con lo que podían pensar.
- No podemos enfrentarnos a él en
campo abierto. Busquemos una zona con montes, o algo.- Acabó diciendo. No era
lo ideal, pero lo ideal era estar en tierra firme, analizando sus muestras.
Lyreth asintió, y a base de esquivar
al monstruo cuando se aproximaba, lograron alcanzar una zona de pequeños
montículos humeantes.
- Chimeneas volcánicas.- Susurró
Theren.
- ¿Qué?
- También se conocen como
fumarolas. Contactan con el magma volcánico del interior de la tierra y crean una
especie de humo ardiente. Es agua a una elevada temperatura, mucho más que el
agua hirviendo, pero por la presión, no hierve.
- Estás tramando algo.- Sonrió
Lyreth, casi traviesa. Él asintió, corriendo con ella de la mano hacia uno de
los montículos. Se notaba el calor a su alrededor, era casi sofocante, e
inconcebible para aquellas profundidades submarinas. Theren volvió a mirarla,
todavía maquinando. Cuando se quiso dar cuenta, vio que sus labios se movían,
que estaba recitando un hechizo. De golpe, el humo se detuvo y la corriente
cálida que los envolvía desapareció. Lyreth frunció el ceño.- No sabía que
supieras hechizos.
- Leo más de lo que parece.- Se
le notaba concentrado, haciendo fuerza para que la chimenea estuviera atascada.
Lyreth creyó comprender, buscando a su alrededor al monstruo. Ceto les había
dejado mucho tiempo a solas, o eso parecía.
Lo que no había pensado fuera que
la trampa les atrapara a ellos también. La zarpa apareció ante sus ojos sin
tiempo a reaccionar, y Lyreth empujó a Theren para que no le alcanzara. Se vio
golpeada a tanta velocidad que parecía imposible por el agua, sintiendo que
todo el cuerpo oponía resistencia al movimiento. Vio las zarpas a punto de
cerrarse sobre su cuerpo e intentó nadar fuera de su alcance, pero entonces se
retrayeron. Y supo por qué.
Theren, a su lado en el agua,
había deshecho el hechizo. La presión fue tal que una nube negra se había
alzado sobre la criatura, haciendo que soltara un rugido de sus labios y
retrocediera para esquivar el chorro ardiente que atacaba su cuerpo. A pesar de
la distancia, se veía la circunferencia negra del lugar donde le había
alcanzado el golpe. El monstruo corrió a esconderse de nuevo entre la niebla de
ceniza, y el científico corrió hacia ella.
- Dioses, estás sangrando.-
Murmuró, pálido, cuando llegó a su lado. Lyreth intentó desmentirlo, pero notó
el escozor en su costado y vio que tenía una herida abierta de tamaño
considerable, aunque no muy profunda. Se incorporó, impidiendo así que el joven
se preocupara en exceso.
- No pasa nada, es mejor acabar
con el monstruo, ya luego nos podremos centrar en esto.
- ¡Lyreth, por los Dioses!
¿Quieres curártelo? Yo me encargo del monstruo.
Vio que se volvía a concentrar.
Muy fuerte. La energía a su alrededor fluía muy rápido hacia él. Y de golpe,
todas las columnas de ceniza se detuvieron, el agua dejó de fluir con fuerza.
Todo se detuvo.
Entre la ceniza, poco a poco
apareció la imagen de Ceto, nadando a gran velocidad hacia ellos. Lyreth tragó
saliva y Theren la miró. Estaba agotado, era demasiada magia para él solo, y
tal vez no lo contase. Pero al menos cumpliría su promesa, no pensaba dejar a
Lyreth morir.
Ella movió una mano, creando una
espiral en el agua a unos diez metros frente a ellos. Primero era un torbellino
pequeño, pero pronto se convirtió en un remolino de gran tamaño, que atrapó a
Ceto sin el menor problema, aunque ellos se mantuvieran firmes en el sitio. Sin
siquiera pensarlo, Theren liberó las chimeneas, y todas las columnas de agua
caliente se dirigieron al torbellino a gran velocidad y presión. El monstruo
volvió a gritar, se revolvió y trató de escapar, pero cuando logró romper el
torbellino de agua y ceniza negra, la inercia lo impulsó directo al interior de
una fosa submarina, donde su rugido se perdió en las profundidades oceánicas.
Ambos jóvenes se aproximaron,
Theren sosteniendo a Lyreth por miedo a que cayera.
- ¿Crees que saldrá?- Preguntó el
científico.
- No creo que tenga fuerza para
hacerlo.- Respondió ella, sacudiendo la cabeza. Su cabello rubio fluía a su
alrededor, mecido por el agua y dando cierto toque místico a su cuerpo, como si
fuera etérea, irreal.- Y, aunque las tuviera, las criaturas de ahí abajo no le
permitirán salir… Ahora sácame de aquí. La herida escuece.
Theren no pudo evitar reír al escucharla,
aunque se la cargó a los hombros y nadó hacia la superficie. A pesar de tener a
la joven a su espalda, como un peso muerto, nadar no fue difícil, y alcanzaron
una playa desolada en un santiamén. Lyreth perdió todas sus fuerzas en el
ascenso, y cuando sus pies se apartaron del agua notó su peso inerte con fuerza
en su espalda. La tendió sobre la playa y, revisando su botiquín
(sorprendentemente seco) trató y suturó la herida con eficacia. Se tendió a su
lado hasta que despertó, cuando el sol se ponía sobre el mar y el frío
comenzaba a achacarles.
- Buenos días, princesa- Sonrió.
Ella se sonrojó, incorporándose con cuidado.- ¿Cómo va la herida?
- Me tira al moverme, pero está
cerrada… Gracias.
- De nada, aunque para la próxima
tener un plan de ataque estaría bien.
- Oye, sé que soy impulsiva, y
puede que no tuviera muchas ideas sobre cómo acabar con él… pero estaba
preparada- Theren arqueó una ceja, no muy convencido de sus palabras, y ella
volvió a mirarse la herida.- Más o menos.
Se quedaron en silencio,
observando el sol descender sobre la fina línea del mar. Lyreth bostezó y apoyó
la cabeza en el hombro del moreno.
- ¿Crees que conseguiremos la
recompensa sin pruebas de que Ceto haya muerto?- Preguntó Theren, su voz era
casi un susurro a su lado.
- No creo.- Suspiró ella.
- Lo siento. Sé que querías tener
renombre, coronarte como heroína.
Lyreth sonrió, irguiéndose para
mirarle a los ojos. La claridad de la mirada del chico demostraba que estaba en
lo cierto, se sentía culpable por no haber conseguido una muestra de la
criatura para así obtener su recompensa. Sonrió.
- Da igual, el renombre no lo es
todo… Te tengo a ti, ¿verdad?
me ha gustado mucho. Ha sido extraño, pero el final es bonito. Muy inesperado. ^.^
ResponderEliminarMuchas gracias~~ La verdad es que el final es bonito, aunque la batalla me quedó rara. Intenté imaginarme cómo acabar con un monstruo tan grande, la fuerza bruta nunca es suficiente.
EliminarLa cosa es que Lyreth y Theren son super cuquis pero no se dan cuenta de sus comentarios, ya irás viendo jajaja
¡Un besín!