Preguntas en la sombra {Relato Corto}
Una semanita más, y otro relato.
Hoy me voy de cumpleaños a casa, pero tranquilos, que dejo programada la entrada del domingo con la que finalizan los relatos de Angie y Nir hasta nuevo aviso. Espero que os hayan gustado y si me presionáis mucho puede que escriba algo más. Pero a saber cómo va la cosa que yo soy muy impulsiva con esto de escribir jajaja.
Sin decir mucho más, os dejo con Angie y Nir. Recordad que el capítulo anterior esta aquí y el primer relato lo podéis encontrar aquí.
Me fueron a buscar de nuevo dos soldados, pero no eran los mismos. En primer lugar, uno de ellos era una mujer. Su armadura no se distinguía mucho de la otra, si no hubiera sido porque su silueta la delataba, tal vez ni me habría dado cuenta. Levanté la vista de mis manos, todavía cubiertas por sangre, y los miré.
Hoy me voy de cumpleaños a casa, pero tranquilos, que dejo programada la entrada del domingo con la que finalizan los relatos de Angie y Nir hasta nuevo aviso. Espero que os hayan gustado y si me presionáis mucho puede que escriba algo más. Pero a saber cómo va la cosa que yo soy muy impulsiva con esto de escribir jajaja.
Sin decir mucho más, os dejo con Angie y Nir. Recordad que el capítulo anterior esta aquí y el primer relato lo podéis encontrar aquí.
Preguntas en la sombra
Me fueron a buscar de nuevo dos soldados, pero no eran los mismos. En primer lugar, uno de ellos era una mujer. Su armadura no se distinguía mucho de la otra, si no hubiera sido porque su silueta la delataba, tal vez ni me habría dado cuenta. Levanté la vista de mis manos, todavía cubiertas por sangre, y los miré.
Creo que se sorprendieron de encontrarme tan calmada. O tal vez con las manos todavía manchadas de sangre. Admito que me había olvidado de ello hasta hacía posiblemente diez minutos atrás, pero solo me había quedado mirándolas con sorpresa. ¿Sería mi propia sangre? ¿Qué pasaba si analizaban mis alas? No sabía ni qué decir cuando entré, y menos sabía qué decirles ahora.
Me quedé mirándoles hasta que el hombre se sintió tan incómodo por el silencio que carraspeó y se acercó. Me puse en pie como un resorte, y pude verle retroceder con una pizca de miedo en sus ojos. Me costó, mi cerebro me dijo que en esa situación una sonrisa divertida lo pondría más nervioso, y tuve que forzarla en mi cara. En parte, creo que eso lo asustó más.
- Ven con nosotros.- Comentó la mujer, mucho más seria y cansada del extraño juego que había entre el soldado y yo.
Obedecí en silencio, aunque al haber salido de mi habitación, escoltada por ambos, se me ocurrió que era un buen momento para preguntar. Seguramente yo ni siquiera habría salido de esa habitación sin preguntar antes.
- ¿A dónde vamos?
- Con los jefes. Quieren hacerte unas cuantas preguntas.
Asentí. Creo que debería haberme puesto nerviosa, porque seguía sin saber muy bien qué decir. Pero es lo bueno de las cabezas frías. Comencé a meditar mis palabras muy despacio a medida que andaba, sin siquiera detenerme a observar el camino que estaba recorriendo, o las paredes. Solo mis pies, y las armas enfundadas de los soldados que me guiaban.
Llegamos hasta una sala muy amplia, con una media docena de asientos en el medio y nada más. Algo muy tópico, la verdad. Sin embargo, venía muy bien en esta situación. Ni una posible salida, una iluminación tenue para no ver quién más podía haber en la sala, solo el centro de la sala, con los asientos y nada más. No me quedaba más remedio que acertar sus respuestas, porque dudaba que tuviera otra alternativa. Si hubiese sido un ángel podría haber salido. Era lo único que podía pensar en aquel instante, en la mala idea que podía haber sido entrar sin ayuda.
Nos detuvimos a unos aproximados tres metros de la hilera de asientos, ocupados, pero incapaz de distinguir por quién. Esperé pacientemente mientras comenzaba a sentir sequedad en la nariz. Es extraño que un sitio tan amplio no tenga humedad, pero así era. Arrugué el ceño en un intento de aliviar el picor sin moverme, por si acaso.
- Mis hombres me han dicho que apareciste esta mañana en la entrada.- Comentó una voz grave, que resonó en la sala, ni siquiera sabía de dónde procedía. Asentí, sin desviar la mirada de los asientos.- Y que entregaste como ofrenda las alas de un ángel. Alas negras.
- ¿Importa el color?- Pregunté, entrecerrando los ojos.
Hubo un ligero murmullo antes de continuar. Ni siquiera pude entenderlo, el eco de la sala me impedía escuchar con claridad.
- Se dice que los ángeles negros son más peligrosos.
- También se dice que esa teoría es una estupidez.- Debí haberme callado, haberme labrado un respeto, pero el color de las alas no demostraba nada. Mis alas eran negras por el estrés, las de mi madre, por odio.
- Entonces, ¿no fue una lucha difícil?
- No dije eso. Fue difícil, y me costó lograrlo.- Mentí con rapidez, sin siquiera duda.- Pero eso no quita que dependa del ángel más que del color de sus alas.
- Es bueno saberlo.- Si no me equivocaba, denotaba orgullo en su voz.- ¿Por qué lo hiciste?
Aquello sí que me pilló por sorpresa. Parpadeé y miré indistintamente a todas las sillas.
- ¿Perdón?- Necesitaba tiempo para pensarlo bien.
- ¿Qué te mueve a destruir a los ángeles? ¿O no son solo los ángeles? ¿Por qué quieres matar? ¿Por qué quieres unirte a nosotros?
Respiré hondo. ¿Qué motivo podía tener? ¿Por qué estaba ahí?
- Porque cada día que salía de casa, vivía preocupada. Porque han hecho daño y tienen que pagar por ello.
No puede decirse que mintiera, no estaba hablando de los ángeles ni los seres mágicos cuando hablé. Yo antes exterminaba indiscriminadamente, cuando alguien hacía daño… Yo lo devolvía. Era lo normal. Luego cambié…
Pero esa es una vieja historia.
- Está bien, tengo entendido que te llamas Angie.
- Sí, Angeline.- Confirmé.
Uno de los hombres se levantó de las sillas hasta colocarse a mi lado. Debía tener unos treinta años, aunque no era mucho más alto que yo. Me extendió la mano.
- Bienvenida a la guarida.
Estreché su mano.
- Gracias.
- Espero poder contar contigo al cien por cien dentro de poco.- Murmuró, apartando mi mano y mirándose la sangre. Sin miramientos, se lamió los dedos.- Te llamaremos dentro de poco.
Volví a mi habitación, acompañada por los soldados de antes, y volví a quedarme sentada sin nada que hacer.
Excepto por una diferencia.
El diario estaba bajo la almohada.
Supongo que solo puedo hacer una cosa.
Me encanta como escribes, se lee súper rápido y se hace de lo más ameno :3 Me gusta mucho la historia, deberías plantearte escribir un libro :P
ResponderEliminar¡Un besote!
¡Hola Clauda!
Eliminar¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad es que me planteo lo del libro, pero de momento, no con Angie y Nir. Tengo una serie de personajes y una serie de historias que las veo más publicables y que bueno, que tengo la historia acabada como es el caso de El Fantasma del Lhanda. Aunque bueno, sí que es cierto que puede que revise la historia a ver si la escribo bien, pero a saber.
Un besín, siento si me he explayado demasiado jajaja
siento que me falta la mitad de la historia... ¿tienes algo mas de ellos a parte de esta serie de relatos...? y cual es esa primera novela terminada que dices?
ResponderEliminaryo si quiero leer mas de ellos, me quedo la curiosidad ;)
Tener, tengo. Publicado no. Es que esta historia, si el Fantasma del Lhanda tiene 4 años, debe tener unos seis. Imagínate como tengo el principio. Me pongo a releerlo y veo que se salva una frase de cada 5. De todos modos si hay algo que no entiendas te lo explico encantada :)
EliminarLo de la primera novela supongo que sea la historia de los padres. Esa es más antigua aún y me da tanto corte leerla que me salto algunos párrafos. Es una novelita de 50 páginas creo que era, pero me hizo mucha ilusión acabarla en su momento.
Bueno, tendré que preparar entonces más relatos para las dos semanas del four by flash que me quedan, en las que me dedico casi exclusivamente a escribir todos los relatos que no escribo el resto del año jajaja. Algo más caerá de ellos entonces, pero puede que tarde :)
Muchas gracias por comentar, Naira, un besín :)