Pidiendo ayuda a la escarcha ~Jelsa Fanfic~
Buenas! Vengo con el WWC 5, dedicado al patinaje sobre hielo. Y como no se me ocurría nada que no tuviera que ver con Jack Frost y Elsa, no me ha quedado más remedio que escribirlo, porque, en rigor, no podía contenerme.
No entiendo como hay gente que dice que no pegan juntos, osea, sé que yo soy una multishipper y que para gustos colores, pero... ¿Los habéis visto? Él podría enseñarle todo lo que ella desconoce y que aprenda de verdad a controlar su poder, pudiendo aprender de verdad su poder...
Y mejor no hablemos de Jelsa, que me emociono. Os dejo con el fic :3
Era noche cerrada en el pueblo de Arendelle. El castillo, como siempre, se mantenía igual que la noche, con candados en las puertas, las ventanas cerradas a cal y canto, y las cortinas impidiendo ver las estrellas.
No entiendo como hay gente que dice que no pegan juntos, osea, sé que yo soy una multishipper y que para gustos colores, pero... ¿Los habéis visto? Él podría enseñarle todo lo que ella desconoce y que aprenda de verdad a controlar su poder, pudiendo aprender de verdad su poder...
Y mejor no hablemos de Jelsa, que me emociono. Os dejo con el fic :3
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Pidiendo ayuda a la escarcha
Era noche cerrada en el pueblo de Arendelle. El castillo, como siempre, se mantenía igual que la noche, con candados en las puertas, las ventanas cerradas a cal y canto, y las cortinas impidiendo ver las estrellas.
Sin embargo, una puerta trasera se abrió y, antes de que nadie pudiera impedirlo, una figura cubierta con una larga capa blanca corrió al bosque.
Nada podía encerrar al invierno.
Cuando había llegado al borde del lago, Elsa redujo la marcha, quitándose la capucha para poder sentir el aire invernal que siempre la acompañaba. Vivir encerrada le había hecho temer su propio poder, pero sabía que había belleza en él, como una vez le había dicho el troll. Y, pese a los intentos de sus padres de mantener aquella magia en su interior, ella no era capaz de dejar de lado la parte más importante de ella, aquella con la que había crecido.
Miró, nerviosa, la superficie cristalina del lago, con la luna reflejándose justo en el centro. El viento había dejado de soplar, lo que convertía el lago en un espejo perfecto. De pronto, los recuerdos de su infancia volvieron a ella, deslizándose por el lago con su hermana, patinando con torpeza, sintiendo el hielo en sus manos… Una extraña calidez la envolvió.
- Oh, Anna…- Odiaba estar sola, odiaba apartarse de ella y tener que hacer oídos sordos a su petición de hacer muñecos de nieve. ¡Claro que quería hacer muñecos de nieve! Cada mañana amanecía haciendo una y otra vez el mismo muñeco, que la acompañaba en silencio durante todo el día, hasta que se fundía por la noche, dejando de nuevo una habitación vacía en la que solo reinaba el silencio y la tristeza. La soledad era una parte de su vida de la que quería desprenderse, pero no podía. El miedo era más fuerte.
Invadida por la nostalgia, posó con cuidado el pie en el borde del lago, sintiendo como, sin apenas desearlo, una fina capa comenzaba a cubrirlo. Un segundo paso, y un tercero, y poco a poco el lago quedó completamente cubierto por el hielo. Elsa sonrió. Hacía tiempo que su poder no era usado para el bien. Tanto tiempo temiéndolo casi le hacían olvidar lo que era capaz de hacer si no había nadie cerca a quien perjudicar.
Una ligera risa se escapó de sus labios, comenzando a deslizarse, al principio de manera torpe, hasta que logró recordar cómo era el movimiento de sus piernas por el hielo, algo más ágil. Estaba en su mundo, siendo libre, siendo ella, apreciando cada brisa invernal y cada copo de nieve, así como la escarcha que se formaba en los árboles cuando se acercaba, los surcos que se formaban en el hielo al patinar sobre él…
Una risa, sin embargo, la distrajo, y ella tropezó, mirando alrededor asustada. El hielo comenzó a quebrarse.
- ¿Q-quien anda ahí?- Se atrevió a preguntar Elsa, intentando recomponerse mientras se preguntaba cómo hacer que el hielo volviera a formarse.
- ¿Me oyes?- ¿Por qué preguntaba tal estupidez? No tenía tiempo para bromas ni para extraños juegos, no era momento para esas cosas. Estaba en una fina capa de hielo, observando como, poco a poco, el agua iba cubriendo los bordes.
- Pues claro, no eres invisible, ¿sabes?- Respondió ella, algo sarcástica, mientras intentaba volver a ponerse de pie. La superficie de hielo ondeaba cada vez que intentaba ponerse en pie, volviendo, inevitablemente, al suelo. ¿Por qué ahora sus poderes no funcionaban? Buen momento para decidir que congelar no estaba bien, si congelaba todo el lago tal vez algunos peces morirían, pero al menos ella no. Era un riesgo que se atrevía a afrontar…
Claro, que su magia parecía inservible.
Y la voz se había quedado muda.
- ¿Sigues ahí? Me vendría bien una mano…- Murmuró ella, tragando saliva al ver como los bordes de hielo comenzaban a fundirse. Alzó la vista, buscando al hombre que había hablado.
- Está bien, está bien…- Susurró alguien a su espalda, caminando hacia ella, por lo que estaba escuchando.
- ¡No te acerques! El hielo…
- Tranquila, trabajo bien sobre suelos quebradizos.- Bromeó, y antes de que Elsa pudiera entender lo que estaba pasando, una vara de madera estaba rodeando su cintura y la atrajo hacia el joven de cabellos blancos que la había salvado la vida. Ella no pudo evitar quedarse desconcertada, su parecido sin duda alguna era algo que nunca había visto. Cabello blanco como la nieve, ojos claros… Sin poder evitarlo bajó la vista a su capa marrón, cubierta por una extraña capa de escarcha.
Arqueó una ceja, desconcertada.
- ¿Quién eres?- Preguntó, sin entender la razón de su parecido, ni el desconcierto en la mirada del joven, cargado con una pizca de… ¿ilusión?
- ¿Yo? Un viajero ambulante, seducido por el invierno repentino de este lago.- Sonrió él, divertido, ayudando a la joven a ponerse en pie.
- No me vengas con rodeos, así no es forma de tratar a la reina de Arendelle. Responde a la pregunta.
- ¿Reina?- Preguntó el joven, sonriendo de lado, sin mostrar signos de respeto por el cargo de autoridad de Elsa. Se paseó a su lado, haciendo girar la vara de madera en su mano.- Una reina un tanto joven, por lo que veo.
Elsa desvió la vista. El recuerdo de sus padres en su última despedida todavía la acosaba por las noches, despertando en una cama helada. Sin su fuerza para ayudarla, sus poderes se habían descontrolado todavía más. Y no podía aguantar el dolor en el castillo. Más que nunca, Arendell era una jaula. Ni siquiera podía acudir a Anna.
Jack notó el cambio de ánimo en la joven, quien se acariciaba el brazo con nerviosismo. Carraspeó, intentando volver la atención a él.
- Bueno, su majestad, soy Jack Frost.- Dijo, haciendo una reverencia que desequilibró la placa de hielo en la que estaban. Elsa ahogó un chillido, intentando advertirle, pero antes de darse cuenta, Jack había posado con rapidez la vara sobre el hielo, soldándolo con una fuerte capa de hielo. Elsa contuvo la respiración, incapaz de creerse que también compartieran ese poder.
- ¿Tú…?- Dijo, sin poder articular palabra, mientras pisaba el hielo que hace unos segundos estaba separado del resto.- ¿Cómo lo has hecho?
- Que seas tú la que me lo pregunte…- Comentó el joven, apoyándose en la vara de madera mientras giraba por la nieve.- No eres la única, su majestad. Al menos, eso parece.
Elsa sintió alivio. Había encontrado a alguien con quien hablar de sus poderes sin sentir pánico, y, sobre todo, el control sobre la nieve era impecable en él.
- No había oído hablar de ti, Jack Frost… pero estoy encantada de que estés en mi territorio.- Sonrió ella, irguiéndose mientras iba caminando lo más regia que podía hacia él.- Creo que necesito tu ayuda.
- ¿Mi ayuda?
- Mi poder, yo no sé controlarlo.- Comentó ella, mirándose las manos con un gesto de angustia. El joven miró sus manos, intentando ver el problema, antes de sonreír.
- Está bien, Su Majestad, te enseñaré lo que sé… Pero con una condición.- Sonrió él, alzando un dedo frente a ella.
- ¿Condición?- Preguntó Elsa, contrariada. No se esperaba que un plebeyo como Jack Frost la estuviera imponiendo condiciones. Era una orden… Pero bueno, bien podría intentar concederle un pequeño deseo, si se ganaba su apoyo.- ¿Qué condición?
- Que lo hagamos divirtiéndonos.- Sonrió él, arrastrando a la joven por la pista de hielo improvisada que era el lago.
¿Te ha gustado? Prueba a leer la segunda parte aquí
¡Me ha encantado! Últimamente me obsesiona Jelsa, y, con este capítulo, ¡me has enganchado todavía más! ¡Has retratado perfectamente la personalidad de cada uno! Y, además, sin faltas de ortografía ni de gramática. ¡Bueno, te dejo, que me voy a leer el dos! ¡Gracias por el Fanfic!
ResponderEliminarYa, te entiendo perfectamente. cuando lo escribí yo también andaba obsesionada jajaja Dentro de "poco" (en fin, lo voy moviendo cada vez más jaja) subiré un nuevo cap al blog. ¡Espero que te guste!
EliminarOhhh que bonito :3 me ha gustado bastantes!!
ResponderEliminarJELSA JELSA JELSA JELSA. Es que los amo tanto. Precioso.
ResponderEliminarMe encanto tu fanfic de principio a fin, te juro que fue lo que me inspiro a a hacer uno (de Jelsa obviamente).
ResponderEliminarQuería que me dieras tu opinión sobre mi fanfic, ya que se nota a leguas que sabes redactar muy bien tus textos. Tienes futuro como escritora.