Entrevista Mental a Daimen
- Vamos... quítate la máscara...
- No
- Venga... Quiero verte la cara
- Recuérdame por qué estoy en esta stuación
Clarya sonrió.
- Vale...
La luz se encendió en medio de una sala de moviliario escueto: apenas una mesa y dos sillas. No necesitábamos comodidad. Así estaría más nervioso.
Daimen avanzó hacia una de las sillas, y yo fui a la otra. Una máquina de escribir apareció frente a mi. ventajas de estar en mi mente.
- Bueno Daimen... Supongo que sepas a qué has venido.- Comencé, con un tono tranquilo, mientras sonreía... no por dentro, porque si estoy dentro de mi mente y sonrío, se me ve, sino por fuera.
- Me quieres torturar...- Me fulminó con la mirada, intentando en vano intimidarme. Le he creado yo, no debería darme demasiado miedo, por mucho que fuera más alto, más fuerte y más rápido que yo.
- Exacto, te quiero interrogar- Sonreí, tecleando en la máquina de escribir. El sonido de las letras fue lo único que se escuchó durante un rato, hasta que él habló.
- ¿Por qué haces esto?
- Es divertido. Además, Clarya lo ha hecho ya. No querrás ser menos que ella.- Si hay algo que tengo claro de Daimen, es que es orgulloso.- Venga, vale, ¿por qué quieres capturar a Clarya?
- Yo... No es que quiera- Dijo el chico, algo nervioso.-, es la norma que hace que las brujas deban ser capturadas. Tú la creaste, deberías conocerla mejor que yo.
- ¿No te controlo a ti y crees que soy capaz de entender esa norma?- Reí levemente.- Fuiste tú el que le ofreció el pacto a Clarya, y el que quiere protegerla. No eres mi títere.
Desvió la vista.
- No es que quiera protegerla...
- Sí que quieres.
- Vale, déjame.- Gruñó. No le gustaba nada perder en los argumentos.- Esa estúpida norma nos pide entregar a las brujas con una recompensa. Si alguien prueba que hemos protegido a una bruja, podemos acabar encerrados, o... bueno, si es una bruja en concreto, el castigo es la...
- Es horrible.- Le corté, el sonido del tecleo repitiéndose de manera constante y poniéndole cada vez más nervioso.- Esa norma. Pero hay muchas formas de evitarla... Como irte.
- Creo que ya sabes cuál es mi posición respecto a eso.- Sonreí de medio lado. Lo siento pero eso es un spoiler muy grande, así que me guardaré esta parte de la conversación.- Igualmente, hice bastante por ella.
- ¿Como qué?- Tragó saliva. Le había llevado a un callejón sin salida.
- No quiero hablar.
- Cobarde.
- ¡No soy un cobarde!
- Demuéstralo.
- Muchas veces simplemente la ignoré, otras me interponía entre ella y el resto... Aunque es cierto que hay veces que no puedo ocultar mis intentos de protegerla.- No iba a sacar más preguntando por ella, y lo sabía. Ya había dicho demasiado.
- Vale, dejemos este tema... ¿Por qué eres capitán? Eres muy joven.
Sonrió con orgullo.
- Mi padre me dejó el dirigible. Llevo en él desde que nací. Es más, nací allí. Dejó el barco a mi nombre, yo lo llevo lo mejor que puedo.
- Pero cambiaste la ruta de navegación.
- La abrí un poco.
- ¿Un poco? Daimen, te recorres toda Elaika y vas a un lugar en el que no persiguen a las brujas cada 2 meses.
- Bueno, no incumplo las normas- Su sonrisa se volvió una de satisfacción.
- Eso te hace feliz, ¿verdad?- Asintió.- Eres tan fácil de comprar. Te doy poder, un poco de rebeldía, y una chica guapa, y te olvidas de todo.
- No haberme hecho así.- Entrecerré los ojos, mirándole.- Esa mirada no surte efecto conmigo.
- Lo sé, pero necesitaba intentarlo... ¿Ganas mucho?
- ¿Dinero? La verdad es que el suficiente para mantener el barco y sus lujos, y concederme algún capricho, pero no necesito demasiado. Me basto con vivir bien.
- Vale... Dime tu edad
- Veintiuno.
- ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?
- No me lo concederías.- Resoplé, sonriendo.- Pero no es lo que piensas. Eso lo conseguiré por mis medios.
- Como lo otro...
- Ya, claro.
- ¡Jo! ¡Que lo vas a lograr!
Suspiró, mirando al techo.
- Ojalá tengas razón.- Sonreí, hice desaparecer la máquina de escribir, la mesa, y cambié la silla por una cama, con Clarya a su lado, leyendo.- ¿Y esto?
- Te lo has ganado... claro que tienes que quitarle el libro de las manos, y en eso es como yo... Te morderá si no dejas que acabe el capítulo... Y como acabe mal...
- Me torturas, lo tengo claro.
- Por supuesto, para eso están las escritoras. Para torturar a sus personajes.- Reí, dejando intimidad para esos dos.
- No
- Venga... Quiero verte la cara
- Recuérdame por qué estoy en esta stuación
Clarya sonrió.
- Vale...
La luz se encendió en medio de una sala de moviliario escueto: apenas una mesa y dos sillas. No necesitábamos comodidad. Así estaría más nervioso.
Daimen avanzó hacia una de las sillas, y yo fui a la otra. Una máquina de escribir apareció frente a mi. ventajas de estar en mi mente.
- Bueno Daimen... Supongo que sepas a qué has venido.- Comencé, con un tono tranquilo, mientras sonreía... no por dentro, porque si estoy dentro de mi mente y sonrío, se me ve, sino por fuera.
- Me quieres torturar...- Me fulminó con la mirada, intentando en vano intimidarme. Le he creado yo, no debería darme demasiado miedo, por mucho que fuera más alto, más fuerte y más rápido que yo.
- Exacto, te quiero interrogar- Sonreí, tecleando en la máquina de escribir. El sonido de las letras fue lo único que se escuchó durante un rato, hasta que él habló.
- ¿Por qué haces esto?
- Es divertido. Además, Clarya lo ha hecho ya. No querrás ser menos que ella.- Si hay algo que tengo claro de Daimen, es que es orgulloso.- Venga, vale, ¿por qué quieres capturar a Clarya?
- Yo... No es que quiera- Dijo el chico, algo nervioso.-, es la norma que hace que las brujas deban ser capturadas. Tú la creaste, deberías conocerla mejor que yo.
- ¿No te controlo a ti y crees que soy capaz de entender esa norma?- Reí levemente.- Fuiste tú el que le ofreció el pacto a Clarya, y el que quiere protegerla. No eres mi títere.
Desvió la vista.
- No es que quiera protegerla...
- Sí que quieres.
- Vale, déjame.- Gruñó. No le gustaba nada perder en los argumentos.- Esa estúpida norma nos pide entregar a las brujas con una recompensa. Si alguien prueba que hemos protegido a una bruja, podemos acabar encerrados, o... bueno, si es una bruja en concreto, el castigo es la...
- Es horrible.- Le corté, el sonido del tecleo repitiéndose de manera constante y poniéndole cada vez más nervioso.- Esa norma. Pero hay muchas formas de evitarla... Como irte.
- Creo que ya sabes cuál es mi posición respecto a eso.- Sonreí de medio lado. Lo siento pero eso es un spoiler muy grande, así que me guardaré esta parte de la conversación.- Igualmente, hice bastante por ella.
- ¿Como qué?- Tragó saliva. Le había llevado a un callejón sin salida.
- No quiero hablar.
- Cobarde.
- ¡No soy un cobarde!
- Demuéstralo.
- Muchas veces simplemente la ignoré, otras me interponía entre ella y el resto... Aunque es cierto que hay veces que no puedo ocultar mis intentos de protegerla.- No iba a sacar más preguntando por ella, y lo sabía. Ya había dicho demasiado.
- Vale, dejemos este tema... ¿Por qué eres capitán? Eres muy joven.
Sonrió con orgullo.
- Mi padre me dejó el dirigible. Llevo en él desde que nací. Es más, nací allí. Dejó el barco a mi nombre, yo lo llevo lo mejor que puedo.
- Pero cambiaste la ruta de navegación.
- La abrí un poco.
- ¿Un poco? Daimen, te recorres toda Elaika y vas a un lugar en el que no persiguen a las brujas cada 2 meses.
- Bueno, no incumplo las normas- Su sonrisa se volvió una de satisfacción.
- Eso te hace feliz, ¿verdad?- Asintió.- Eres tan fácil de comprar. Te doy poder, un poco de rebeldía, y una chica guapa, y te olvidas de todo.
- No haberme hecho así.- Entrecerré los ojos, mirándole.- Esa mirada no surte efecto conmigo.
- Lo sé, pero necesitaba intentarlo... ¿Ganas mucho?
- ¿Dinero? La verdad es que el suficiente para mantener el barco y sus lujos, y concederme algún capricho, pero no necesito demasiado. Me basto con vivir bien.
- Vale... Dime tu edad
- Veintiuno.
- ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?
- No me lo concederías.- Resoplé, sonriendo.- Pero no es lo que piensas. Eso lo conseguiré por mis medios.
- Como lo otro...
- Ya, claro.
- ¡Jo! ¡Que lo vas a lograr!
Suspiró, mirando al techo.
- Ojalá tengas razón.- Sonreí, hice desaparecer la máquina de escribir, la mesa, y cambié la silla por una cama, con Clarya a su lado, leyendo.- ¿Y esto?
- Te lo has ganado... claro que tienes que quitarle el libro de las manos, y en eso es como yo... Te morderá si no dejas que acabe el capítulo... Y como acabe mal...
- Me torturas, lo tengo claro.
- Por supuesto, para eso están las escritoras. Para torturar a sus personajes.- Reí, dejando intimidad para esos dos.
¿Ya eres feliz? |
- Quítate la máscara
- Suelta tu el libro y hablamos.
- ¿Si dejo el libro a un lado te quitas la máscara?
- Me pregunto quién de los dos es más chantajista...
- Yo, y lo sabes
- Ya, en parte me gusta
- Lo has dicho.
- ¿Qué? ¡No!
- Lo has dicho.
- ¡Que no!
- Sí lo has hecho. Has dicho que te gusto.
La sonrisa de Clarya se iba ensanchando a medida que Daimen se ruborizaba. Su imagen de tipo duro se desmoronaba por momentos. Finalmente, los labios apretados en una expresión que a su hormonada acompañante le resultó bastante atractiva, cerró los ojos y se quitó la máscara. Clarya sonrió, emocionada. Le había visto más veces sin máscara, le vería más veces sin ella, pero aquel acto le resultó enternecedor y dulce, seguramente porque su escritora le debía muchas a Daimen.
- Ya me he quitado la máscara, ahora suelta ese libro, y espero que estés contenta.
- Mucho...- La joven se acercó a él, dulce.- Pero que sepas que he dejado el capítulo a medias, y que estoy enfurruñada.
- Esto no es lo que me habían prometido...
- Suelta tu el libro y hablamos.
- ¿Si dejo el libro a un lado te quitas la máscara?
- Me pregunto quién de los dos es más chantajista...
- Yo, y lo sabes
- Ya, en parte me gusta
- Lo has dicho.
- ¿Qué? ¡No!
- Lo has dicho.
- ¡Que no!
- Sí lo has hecho. Has dicho que te gusto.
La sonrisa de Clarya se iba ensanchando a medida que Daimen se ruborizaba. Su imagen de tipo duro se desmoronaba por momentos. Finalmente, los labios apretados en una expresión que a su hormonada acompañante le resultó bastante atractiva, cerró los ojos y se quitó la máscara. Clarya sonrió, emocionada. Le había visto más veces sin máscara, le vería más veces sin ella, pero aquel acto le resultó enternecedor y dulce, seguramente porque su escritora le debía muchas a Daimen.
- Ya me he quitado la máscara, ahora suelta ese libro, y espero que estés contenta.
- Mucho...- La joven se acercó a él, dulce.- Pero que sepas que he dejado el capítulo a medias, y que estoy enfurruñada.
- Esto no es lo que me habían prometido...
jajajaja awww ahora lo amo mas!!!! es tan cool y genial ese Daimen!!! enserio que lo amo Gema!!! y jajaja me rei mucho con su conversacion "privada" del final, awww enserio que es tierno!!! lo abrazaria muy fuerte hasta que se desinflara jeee, y bueno en eso tienes razon, ¡¡¡adoramos hacer sufrir a nuestros personajes!! no se por que... supongo que es parte de ser escritoras.
ResponderEliminarMe encanto la entrevista, me encanta Daimen *¬* creo que al final se creará un clubde fans de él jaja.
ResponderEliminarqueeee? como es que recien ahora me entero de la existencia de estooo?? xDD
ResponderEliminarMe alegra saber que no soy la unica que habla mentalmente con sus personajes.
Extraño a Daimen y a Clarya u.u